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EL BALCÓN DEL PUEBLO

Tiempo de sequía y alergias

Publicado por
JUAN F. PÉREZ CHENCHO
León

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LOS AGRICULTORES están acostumbrados a mirar al cielo. Lo hacen cada amanecida. No existe profesión en el mundo que dependa más de lo que ocurra en las alturas del universo. Según todas las estimaciones, estamos ante la sequía de más magnitud de todo el siglo XX y lo que llevamos del XXI. Nadie vivo recuerda algo parecido. Los campesinos suelen aferrarse a los refranes y a las rogativas. Son hombres/mujeres de tradición y de fe. Sin embargo, este año les fallan todos los parámetrlos. Estaban seguros que «abril y mayo componen el año», o en todo caso, les quedaba la rogativa a la Virgen de Castrotierra. El consejero de Agricultura, José Valín, y las cuatro organizaciones agrarias, han calificado la situación actual de «dramática». Se ha perdido más del 50% del cereal de secano y los rebaños ya pastan las raíces de la hierba ante la falta de lluvia. Un crisis muy severa. Si los dioses de la lluvia no obligan a sus ejércitos de ángeles a bendecir con largas e intensas meadas a las sementeras, los agricultores se encontrarán ante una situación extrema. Ya es catastrófica. Lo rotundizan las cuatro organizaciones agrarias: Asaja, Coag, Upa y Coordinadora Agraria. No son necesarios sus datos estadísticos para asumir la realidad. Basta con mirar el paisaje de trigales desde el campanario de la iglesia de Matadeón de los Oteros. No ve los cráteres resecos entre lo verde unánime la presidenta de la CHD, Helena Caballero. Ella sólo mira a los embalses. Y se regocija al comprobar que están por encima del ochenta por ciento de su capacidad. En este año de sequía, otro credo campesino se ha hecho realidad: los pantanos no los llenan las lluvias, sino las nevadas. Ayudarán a salvar las cosechas de remolacha, de alubias y maizales. No es suficiente. Las organizaciones agrarias ya claman pidiendo ayudas. Son imprescindibles para salvar un sector donde truena y no llueve. En los primeros años de la década de los noventa, Mingote publicó su editorial gráfico con este texto: «Continúa la pertinaz sequía. El Gobierno, culpable». Eran años en que se culpaba al Gobierno de todo. Hasta de toser. Prácticamente, igual que hoy. No sería de extrañar que algún indómito suba a la tarima para denunciar la plaga de polen que encuentra rendijas para entrar en todas nuestras casas. Estamos en tiempos de sequía y de alergias. Alergia política más tremenda e irritante la produce el líder batasuno Arnaldo Otegi. Finalmente está procesado. Ha tenido que depositar, para salir en libertad provisional, la suma de 400.000 euros. Y tendrá que presentarse dos veces por semana ante el juez y cumplir otras medidas cautelares. Este funcionamiento normal del Estado de Derecho no convence a la ultraderecha ni a la dirección del Partido Popular. Prefieren creer las insinuaciones del propio Arnaldo Otegi sobre el Fiscal General del Estado y el Gobierno. Los intoxicadores le dan más credibilidad a las palabras del acusado de terrorismo, que a los hechos palpables y demostrables. Es la prueba contundente de que esos intoxicadores lo que realmente temen y les preocupa es que el Gobierno socialista consiga el fin del terrorismo.

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