Diario de León

EN BLANCO

Vieja y querida Europa

Publicado por
CARLOS CARNICERO
León

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LOS FRANCESES tienen en sus manos el acelerador de Europa. De lo que decidan hoy dependerá el aumento o la disminución de velocidad de un sueño de unidad que, en el fondo, es una alucinación de fortaleza, capacidad e influencia. Es tarde para pensar si la Constitución Europea es la consagración de una casa construida por el tejado, porque la Europa que se está formando es una inmensa torre de Babel cuyo objetivo es que un español y un polaco sientan que sus almas pueden acompasarse en un mundo que no esté monocultivado por un pensamiento uniforme. Es una quimera para que nuestro viejo humanismo griego y romano se expanda en contraste con concepciones utilitaristas en las que sólo la competencia, el beneficio y la dominación sean los horizontes del futuro. Tal vez esa sea la gran tragedia de la Constitución que nos jugamos: muchos piensan que nos aleja de esa ensoñación y otros, además, la van a utilizar para viejas rencillas de familia, en un universo de pensamiento único en el que los neoliberales han excluido los discursos alternativos por la mera yuxtaposición de ofertas únicas ad infinitum que impiden, de hecho, formulaciones alternativas. Europa no puede construirse desde la confrontación con los Estados Unidos pero tampoco desde la incondicionalidad o la sumisión. Y lo que en el fondo intuyen muchos de los franceses que van a votar no es si es el mejor instrumento para una soberanía europea o el caballo de Troya que permita figurar que estamos juntos pero que no consagre la esencia del ser Europeo, que es algo difícil de definir pero que muchos temen en el mundo como una enfermedad democrática contagiosa.

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