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León

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A VECES, un taco, uno de esos tacos con proposición,  nos parece lo más certero para definir a ciertos personajes. Arnaldo Otegui no se merece ni siquiera nuestro arrebato de espontaneidad. Ha dicho: «Lo que tiene que hacer Zapatero es romper  con quienes fusilaron a su abuelo». La serpiente quiere sentar cátedra. Para el líder batasuno, el Partido Popular es el heredero político de quienes ejecutaron al capitán Lozano. ¿Y de quién lo es él y su siniestra camada? Al abuelo de José Luis Rodríguez Zapatero lo asesinó el fascismo, que para imponerse necesitaba intimidar mediante el horror; es decir, la misma estrategia que utilizan hoy los terroristas. Aunque a diferencia del político vasco, Zapatero no estructura sobre el resentimiento su discurso  sino sobre la  paz, también para quienes no la merecen. Afirmar que los populares son herederos ideológicos de los golpistas del 36 es perverso y falso, tanto como esgrimir que la guerra civil la empezó el PSOE en 1934 dejando vilmente entrever que la historia puede hoy repetirse. España está en otra realidad. Otegui repta y utiliza su lengua viperina. Lo suyo es la charca. «Quienes tenemos que construir una alternativa política debemos ser quienes perdimos la guerra civil, y eso no se puede compartir con los herederos de los ganadores», ha sentenciado; más vale no elucubrar sobre qué haría con estos si un día instaurase su reino. La serpiente diserta con veneno; la democracia, con valores. Pero la búsqueda de la paz debe continuar, con rigor y dignidad. Nadie dijo que tratar con reptiles fuera a ser fácil. Ese es el reto..