Diario de León

TRIBUNA

La escritura en las pizarras

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LA RECIENTE inauguración de la exposición En la pizarra , promovida por el Instituto Castellano y Leonés de la Lengua en la Sala Provincia de nuestra ciudad, me ha llenado de la nostalgia propia de los amantes de la escuela y del entrañable significado de la pizarra y la escritura en la escuela del ayer para intentar ensamblar y valorar ambos aspectos. La escritura no es sino comunicación que permite la pervivencia del mensaje en el espacio y en el tiempo. El nacimiento de la escritura está vinculado al dibujo pero evoluciona con rapidez hacia formas jeroglíficas, simbólicas, fonéticas y alfabéticas. Los chinos atribuyen el nacimiento de la escritura al emperador Fo-hi, unos 2.800 años antes de Cristo. Los indios del Yucatán le llamaban a sus signos gráficos escritura de los dioses. En todo caso no podemos olvidar que la aparición de la escritura hace entrar a los pueblos en la historia. Además hay que tener en cuenta que los símbolos de la escritura son siempre convencionales para determinado grupo social únicamente, ya que se rige por un código. La escritura es compleja puesto que tiene una infinidad de factores implicados en su ejecución: físico-fisiológicos (no se puede escribir sin una maduración de la psicomotricidad fina; además la edad y el sexo determinan diferencias en calidad gráfica); cognoscitivos (percepción, desarrollo adecuado del lenguaje, afectividad); socioculturales (tipo de letra y didáctica usada); posturales (evolución, desde posturas iniciales frontales, a una rotación del codo que lleva a una inclinación casi horizontal del soporte) y movimiento gráfico (presión, velocidad y ritmo). Pero no sólo nos interesan hoy los aspectos generales de la escritura, sino la dimensión diacrónica de la misma que tiene su espejo en la exposición que estos días se muestra en la Sala Provincia. Para quienes somos didactas no deja de ser emocionante encontrarnos con vestigios de los primeros escritos en pizarra en nuestra comunidad autónoma en su mayoría. Y es que la pizarra ha sido el soporte escolar por excelencia cuando el papel o no existía o escaseaba. Los escritos de esas pizarras nos muestran diversidad de aspectos, económicos, sociales, históricos, pero me interesaron personalmente mucho los referidos a la didáctica de la escritura. Al ver su temática didáctica no pude menos de rememorar a Kramer (1976:54) que nos brinda unos manuscritos en los que describe, unos 3.000 años antes de Cristo, muchos de los planteamientos educativos vividos hoy en nuestras escuelas. Nos deja entrever ya unos procedimientos instructivos, una normativa didáctica, basada en la actividad del alumno y en la rígida disciplina del profesor. Se trata de una enseñanza «magistocéntrica»: «¿Qué has hecho en la escuela? He recitado mi tablilla, he desayunado, he preparado mi nueva tablilla, la he llenado de escritura, la he terminado; después me han indicado mi recitación y, por la tarde me han indicado mi ejercicio de escritura. Al terminar la clase he ido a mi casa, he entrado en ella y he encontrado a mi padre que estaba sentado». Lo mismo ocurre en el museo hitita de Ankara: varias de las primeras tablillas de barro de la humanidad con escritura jeroglífica se refieren a cuestiones escolares y de la enseñanza de la escritura. Muchos siglos después, como muestra esta exposición de pizarras, referida básicamente a los siglos VI y VII, encontramos planteamientos parecidos. Dos de las pizarras expuestas, la 59 y la 128 tienen que ver con la didáctica usada en las escuelas, suponemos que catedralicias o monacales, donde se enseñaba en esa época. Contienen salmos religiosos y enseñanzas morales que nos recuerdan sin remedio a las actuales escuelas coránicas de los países musulmanes donde la primera enseñanza es oral con reiteraciones interminables de versículos del Corán. Podríamos atisbar una evolución diacrónica en estos vestigios escolares, donde primero se cultivaba la oralidad y luego la grafía. El soporte y el instrumento de la escritura ha variado notablemente con los tiempos: en las pizarras expuestas se realiza con estiletes y punzones, exige una fuerte presión y es imborrable, frente a instrumentos posteriores escolares que buscaban la reutilización, se fueron usando instrumentos blandos. Y ¿cómo se ha enseñado a escribir? Hay tantas escuelas como escribanos. Pero las podemos sintetizar en dos: la que preconiza que se adquieran a la vez la lectura y la escritura (la más extendida hoy), hasta laque cree que primero es leer y después escribir, omo vemos que ocurría en la época de la exposición de las pizarras. En todo caso quien escribe tiene que saber codificar el pensamiento en el habla. Así lo expresaba José de Caso Catedrático de la Universidad de Madrid e Inspector de las Escuelas Sierra Pambley leonesas en el primer tercio del siglo XX: «Que digan por escrito esas mismas cosas que han expresado muchas veces de palabra y que las pongan en el papel tal y como salen de sus labios sin diferencia alguna por de pronto entre la expresión oral y la escrita. Es la manera de evitar toda sorpresa y prevenir dificultades en el tránsito de la lengua viva a la escritura». Se trata de una posición metodológica de tipo funcionalista. También en la exposición de las pizarras se puede observar el tipo de letra: aparece la letra capital (antecedente de la letra mayúscula) en evolución hacia la cursiva, las dos trazadas con cálamo o estilete para asegurar su pervivencia en el tiempo. La presión era entonces imprescindible y la velocidad de la escritura escasa. Su legibilidad está reservada a especialistas y desde aquí felicitamos a Isabel Velázquez, autora de la investigación, que ha rescatado para nosotros ese importante legado de los tiempos, y al organismo oficial que la ha hecho posible. Aunque sólo me he detenido en los aspectos didácticos de la exposición, existen otras muchas lecturas de la misma, fundamentalmente para los filólogos e historiadores. Es una exposición altamente instructiva, a la vez que muy atractiva para todo el colectivo de profesorado en cualquiera de los niveles, tanto para visitar individualmente, como para iniciar a sus alumnos en el valor de este importante legado histórico.

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