Diario de León

EL BALCÓN DEL PUEBLO

Adolfo Suárez

Publicado por
JUAN F. PÉREZ CHENCHO
León

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ERA UN secreto a voces en todos los cenáculos políticos de Madrid. Adolfo Suárez padece desde hace años Alzheimer o demencia senil. Vive recostado bajo sombras vegetales. Como todos los que sufren y padecen la terrible enfermedad. Son fardos de vida que mueren cada día. Agotan su existencia con la mirada perdida, como si una nube de color cereza lo envolviera todo. No saben, no conocen, no contestan. En esa nube rosácea vive Adolfo Suárez, quien fuera el primer presidente de Gobierno democrático y conductor de la Transición. Un hombre afable, de intuición, hábil y carismático. Un político que fue capaz de sortear los aceros de los sables y enfocar a nuestro país por los caminos de la democracia y de la modernidad, de la convivencia y de la esperanza. Este hombre, que accedió a la presidencia del Gobierno vistiendo camisa azul, heredero político de Herrero Tejedor, lleva años sin sonreir. O al menos sin saber por qué sonríe. Es como el gran protagonista de una gran tragedia griega familiar. Murió su esposa e hija mayor y todo el dolor lo acumuló en el cerebro. Aunque me habían llegado no pocos siseos de su tragedia, sospeché que algo mordía su vida cuando le concedieron el Premio Príncipe de Asturias de La Concordia. Fue el primer año que ese mago de los galardones, Graciano García, se sacó de la manga e institucionalizó el apartado. Pertenezco a una peña leonesa con ese nombre. Escribimos a Adolfo Suárez para darle un homenaje. No recibimos respuesta. No es normal. Yo tuve la suerte de tratarle. Tras el derrumbe de la UCD, Adolfo Suárez se fajó en la creación del Centro Democrático y Social (CDS). Nunca asumió ser un ex-político. En una de las campañas, quizá fue en el 86, me concedió una entrevista exclusiva y almorcé con él. Actuó como auténtico encantador de serpientes. Entonces yo desconocía que existiera la enfermedad que hoy le mantiene en la nube rosácea, ni que fuera posible la investigación con células madre para su erradicación. Hubiera sido una pregunta mágica. También la respuesta. ¿Cómo asumir los dictados de los púlpitos y los rechazos políticos al poner sobre el tapete del debate el alzheimer o demencia senil de Adolfo Suárez?. El ex-presidente es el símbolo de esta tragedia. Pero son miles los que la sufren. En una ocasión acudí al hotel Las Moreras para compartir tertulia con unos amigos. En la barra del bar, un cualificado profesional de la docencia, al que admiro y respeto, estaba tomando un güisqui. Me confesó que su madre estaba internada en una residencia de Lorenzana. «Todos los domingos -me dijo- vengo a verla. No me conoce. Es horrible. Cuando vuelvo a León, es tal la depresión, que soy incapaz de llegar sin antes parar a tomar una copa». El próximo día 9 ofrecerán un homanaje a Adolfo Suárez. Ya han confirmado su asistencia los cuatro presidentes que le sucedieron como inquilinos de La Moncloa: Lepoldo Calvo Sotelo, Felipe González, José Mª Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero. Estarán todos menos Adolfo Suárez. Quizá, desde su domicilio, le pedirá a la tita que le pongan con Manolo, su mano derecha e izquierda en el Gobierno, Gutiérrez Mellado, hombre de fibra, de temple y de convicciones democráticas, como si aún viviera.

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