Ha vuelto Marés

POCO podía pensar mi paisano Federico Marés, insigne coleccionista, hijo predilecto de Port-Bou (Gerona), que a los quince años de su muerte sería tan popular en Castilla y en León. Efectivamente, tan pronto como recrudeció la pugna por la propiedad de los documentos públicos y privados requisados en Cataluña por las tropas del ejército vencedor en abril de 1939, surgieron voces que queriendo justificar la suma de derechos derivados de la creación del Archivo de Salamanca, un archivo de titularidad estatal pese a que ese pequeño dato suele olvidarse, lanzaron como curioso «boomerang» la referencia a los retablos, puertas, códices y demás piezas artísticas procedentes de Castilla y de León que siguen depositados en el Museo que Federico Marés legó a la ciudad de Barcelona. Hace pocos días, la directora del Museo Marés me contaba que en las puertas del Museo se habían agrupado presentando armas, pacíficamente, una comparsa con su pancarta y todo. Me parece llegado el momento de distinguir un cúmulo de diferencias entre los «papeles» de Salamanca y los objetos custodiados en el Museo Marés. Los de Salamanca fueron «obtenidos» mano militari. Como me decía hace pocos años, la señora Helena Cambó de Guardans -hija única del gran político catalán y destacado mecenas del Museo del Prado- no podía comprender que existiera el menor derecho a mantener en régimen de secuestro¿ el pasaporte de su padre, el que fuera ministro de la Corona en dos sonadas ocasiones. Tal vez el robusto alcalde de Salamanca, Julio Lanzarote, naturalmente del PP, deba alguna explicación no a mí sino a la hija de Francesc Cambó. Lo que justifica la Comisión de la Dignidad en Cataluña es el origen del Archivo, un origen en el cual no quiso entrar el historiador Valdeón, en un curioso procedimiento consistente en televisar una astracanada que tuvo como guindas las intervenciones de Santoja y de Pío Moa, éste último participando con el juez condenado por prevaricación -y naturalmente indultado por Aznar- el abogado Gómez de Liaño. ¡Que Dios les ampare! Pero estos últimos días lo que preocupaba en León y su alfoz, era el rumor, pronto confirmado, de que la más brillante estrella del Ademar, que ha llegado a las más elevadas alturas en resultados deportivos, Juanín sería traspasado al Barcelona como en su día lo fuera Iñaki Urdangarín, actual duque de Palma después de su boda con la Infanta Cristina: el pabellón del Barcelona nos dice que sigue presidiendo las gradas la camiseta del número siete, es decir: la de Urdangarín. Puedo vaticinar que en su día, lo mismo sucederá con la de Juanín.