Paz, homenaje a las víctimas

EL PP es muy libre de dramatizar la actualidad española -¡ay del periodista o del político que no dramatice un poquito la realidad!-, pero cuando la economía del país crece a buen ritmo, los proyectos reformistas (constitucionales y estatutarios) no encienden la menor señal de alarma social y el terrorismo de ETA atraviesa sus horas más bajas, haciendo la banda compatible su limitada capacidad operativa con el convencimiento de su propio anacronismo -al ser el radicalismo coránico la amenaza global-, en el ambiente no encaja fácilmente la dramatización. Fue notorio el éxito de la multitudinaria manifestación en Madrid del sábado pasado, convocada por la AVT (Asociación de Víctimas del Terrorismo) con fuerte apoyo logístico y político del PP, para exigir al Gobierno un cambio en su política antiterrorista, su vuelta al redil del Pacto por las Libertades, cuya ortodoxia monopolizarían ahora tanto un amplio sector de las víctimas como los dirigentes «populares». El temor real del PP y el temor aparente de la AVT a que el efecto de la manifestación se vaya diluyendo en el día a día de la política orienta la estrategia «popular» y las declaraciones del presidente de la AVT hacia el mantenimiento de la lucha antiterrorista en el lugar mejor iluminado por el candelabro político. Ayer fue el Senado, durante la sesión de control al Gobierno, donde Pío García Escudero, portavoz del PP, pidió a Rodríguez Zapatero que rectificase su política antiterrorista, cuajada al parecer de errores, pues según el senador García Escudero el entorno de ETA vuelve a estar en el parlamento vasco, y hasta «se permite elegir a quien va a presidirlo», Batasuna vuelve al ataque de manera desafiante, el PSOE ha hablado con el entorno de Batasuna, el Gobierno socialista «ha intentado dividir a las víctimas»... Zapatero respondió a esta interpelación en dos tiempos con una sangre fría de congelador, repitiendo a su interpelante lo que viene diciendo al parlamento y a la sociedad: «Si existe una oportunidad, que el Gobierno pueda contrastar, de que ETA tiene la voluntad de abandonar las armas y de dejar la violencia para siempre, por supuesto que el Gobierno dialogará...». Y en otro momento precisó Zapatero que el fin de ETA, el fin de la violencia y la paz en Euskadi «sería sin duda el mejor tributo que podemos entregar a las víctimas del terrorismo...». Llega el verano, la gente se disipa y la polí tica, paradójicamente, se hiberna en la canícula. Se espera así que tras la manifestación contra el matrimonio entre personas del mismo sexo, en la jornada de reflexión de las elecciones en Galicia, el próximo día 18, el ardiente asfalto de las calles desaconseje nuevas manifestaciones de protesta. Volverá el otoño, y todo podría ser entonces o igual que ahora o muy distinto. El resultado electoral en Galicia no sólo fortalecería a Rajoy, si venciese Fraga, sino que ampliaría su estrechísimo margen de maniobra. Pero si Fraga perdiese, al no obtener mayoría absoluta, Rajoy habría de jugarse su inmediato futuro recuperando el talante razonador y dialogante que le había distinguido, junto a una agresividad dialéctica de excelente parlamentario, para hacer frente a la doctrina monolítica que en el PP sólo juega a la bronca y al acoso y derribo.