Diario de León

DESDE LA CORTE

«Más que bien», con muchos reparos

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FERNANDO ONEGA
León

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AL PRESIDENTE José Luis Rodríguez Zapatero le gusta jugar a adivino. Ayer, cuando todavía faltaban 21 días para terminar junio, adelantó que los datos de empleo y Seguridad Social de este mes volverán a ser magníficos. Se le puede criticar diciendo que profecías así las hace cualquiera, porque un cuarto millón de inmigrantes serán dados de alta. Se puede añadir lo que objeta Comisiones Obreras: que muchos extranjeros están inscritos en el Instituto Nacional de Empleo (Inem) y, al ser regularizados, causan baja. Pero no es cuestión de limitar la alegría del anuncio. Quienes deseamos una noticia buena para ser tan optimistas como el presidente, nos alegramos del vaticinio. Deseamos que se cumpla. Varias veces hemos comentado que, en efecto, los datos económicos son positivos. Y además, tienen que estar siendo percibidos por la sociedad, porque afectan al gran empresario (que se está forrando), a las clases medias (que están en plena fiesta del consumo) y a la clase trabajadora (porque hay oferta de empleo). Y, para completar el panorama de bonanzas, ayer mismo se difundió que aumentó en un 8,7 por ciento el número de españoles que disponen de más de un millón de dólares en activos líquidos. Ya son 141.000. Al menos para estos últimos es muy cierto el diagnóstico presidencial: «España va más que bien». Si el presidente está para aceptar observaciones de plumífero, habría que decirle que no se fíe. También Aznar celebraba con euforia los buenos datos, pero el recreo en la estadística sólo le dio imagen de buen administrador. Era como si las cifras se levantaran como una muralla entre él y la sociedad. La complacencia del gobernante en la buena marcha de los números suele llevar emparejada la insatisfacción espiritual de los gobernados, que necesitan algo más que gestión: necesitan verla acompañada de proyectos sugestivos e ilusión de futuro. Y eso es lo que también está fallando ahora. España iría «más que bien» si no hubiera tantos sectores descontentos por cuestiones no materiales: imposiciones ideológicas en el ámbito de la Justicia; sospechas de que se quiere cambiar la legalidad de la transición; incursiones peligrosas en el ámbito de la familia y de las costumbres; tratamientos territoriales no equitativos; incertidumbre sobre el modelo de Estado¿ Todo eso, junto, crea desazón en la sociedad. Por eso, el presidente tiene que sufrir la injusticia de que incluso sus previsiones más favorables sean tomadas con ironía o como algo provisional que no puede durar. Es el proyecto, presidente. Para que la gente empiece a creer de verdad que «España va más que bien», hace falta el conjunto del proyecto, que por ahora no vemos. Sólo vemos unos datos. Sobre ellos se hace una estadística. Pero no un país. Al menos, un país feliz.

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