El flechazón

EL DIPUTADO popular Lasalle y la diputada socialista Batet se casarán este verano. Más que flechazo, flechazón. La noticia ha causado grata sorpresa, no todo va a ser crispación. Lo extraño es que no haya más bodas de este tipo, dado el tiempo que los políticos pasan juntos, aunque sea batallándose; después de todo, el amor no deja de ser una conspiración. El diputado Fulanito abuchea la intervención de una rival y de repente le viene a la mente, fíjate tú que tontería, aquello de haz el amor y no la guerra; de ahí a escribir sonetos sólo hay un paso. En medio de una comisión de investigación, la diputada Menganita advierte qué bien la descalifica un caballero, con qué gracia exige su dimisión; de ahí a dedicar boleros por la radio hay otro paso. Para chulo, él. Lo de la política hace extraños compañeros de cama ya se refiere a otras pasiones. Para compatibilizar amor y siglas enfrentadas hay reglas que ambos deben cumplir; unas 20.000, así de memoria. La principal de ellas: en el lecho, a los respectivos partidos, ni mentarlos; que para eso está el trabajo, además del desayuno, la comida y la cena. Si esa la cumplen, las otras ya importan menos. También sugiero que él no se empeñe en ponerle al niño Mariano y ella tampoco insista en Pascualín. Consenso. Con lo bonitos que son, pongamos por caso, José María y José Luis. Y todos tan contentos. Las diferencias insalvables nunca lo son tanto en una pareja enamorada. Deben discutir por el mando de la tele, pero no por un quítame allá esa moción. El amor vence hasta en la derrota. Mi mujer es del Barça, lo que me ocultó en el noviazgo, y aquí nos tienen, abuelos para agosto.