La belleza del barro

TAPIAL y adobe. Media provincia o más era de barro. Tierra picada, mojada, amasada con paja y sabiduría. Si es para tapial también llevará cantos para hacer mejor pared. Si es adobe se secará y tostará al sol para hacer las cuatro paredes de la morada. Dicen que la provincia de adobe y tapial era signo de pobreza. Y debe ser verdad. La vida de nuestros antepasados era realmente heroíca, pero incluso en la pobreza los pobladores de las diferentes comarcas de la provincia supieron buscar y hallar la belleza. Con tapial y adobe se levantaban construcciones sencillas, pero también sabias (¿o es que la sencillez es sabiduría?); rematadas con hermosos y diáfanos corredores de madera mirando a los corrales, buscando las corrientes y el fresco en el verano o el abrigo de los últimos rayos de sol de la tarde en el invierno. Pero se convirtieron en símbolos de pobreza. Y los tapiadores emigraron a Bilbao y los adobes nunca más se tostaron al sol. Rara vez algún lugareño decidía embarrar las paredes de la casa heredada en el pueblo. Los más levantaron nuevas viviendas de ladrillo y no hay mucho más que explicar hasta llegar a la cultura del pisito, la hipoteca y el chalé adosado. Pero el progreso demostró que dentro de adobe y tapial, de ladrillo y madera, de piedra y pizarra se pueden hacer moradas cómodas y, más que dignas, bellas. Hechas a la medida del ser humano y no del negocio inmobiliario. Este verano, El Burgo Ranero rescatará el adobe y Jiménez de Jamuz mostrará que aún se puede hacer un tapial. El tiempo cambia las ideas.