Diario de León

LA BRÚJULA

Velarde entre nosotros

Publicado por
FABIÁN ESTAPÉ
León

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UNO DE LOS PRIMEROS economistas españoles de todos los tiempos ha decidido pasar unas horas entre nosotros, lo cual no es ningún mérito por su parte, ya que, antes y después de ser merecidamente galardonado como Premio de Economía de Castilla y León Infanta Cristina, ha hecho del conocimiento directo de todas las tierras de España un combinado inigualable de devoción y deber. Se explica casi todo porque en su día, y en estrecha colaboración con otro gran economista hispano, Enrique Fuentes Quintana, redactó un breve y profundo tratado sobre Economía Española que, según pudimos comprobar, había constituido el principal acicate para que aquellos inquietos y prometedores bachilleres optaran por los estudios de Ciencias Económicas. En Juan Velarde la vocación que supieron inculcar sus beneméritos maestros tuvo un efecto multiplicador. Para Velarde, un asturiano auténtico, el magisterio se desempeñó descubriendo uno de los talentos de aquella Facultad; me refiero al tristemente desaparecido Pitu Marull; sus últimos trabajos dirigidos por Velarde mostraron a la luz pública la economía de Andorra. Años después, Juan Velarde ingresó en la actividad política, con un puesto relevante en el Ministerio de Trabajo, dirigido entonces por Jesús Romeo. Ya catedrático de Estructura Económica de la Complutense, Juan Velarde comenzó a desempeñar la faceta más difícil y noble del magisterio: el número de sus alumnos y discípulos se multiplicó en todas las facultades de Ciencias Económicas de España, Velarde, sin embargo, supo librarse del pecado de vanidad y de caciquismo tan frecuente en los que sueñan con sus puestos en el viejo escalafón. Todavía me queda por señalar dos grandes ocasiones de servicio público prestadas por Juan Velarde. La primera como secretario general técnico de Planificación con el malogrado Cruz Martínez Esteruelas. La gravedad estribaba, y de superarla Juan sabe mucho, en que arrinconado el montaje institucional, político y administrativo que habían supuesto los tres planes de desarrollo, resultaba necesario prever y programar la economía mientras el cambio político estaba en plena ebullición. Unos meses después, Juan pasaba al Ministerio de Educación como secretario general técnico, y sé de sus logros porque de aquel entonces estaba ocupando, el que suscribe, el Rectorado de la Universidad de Barcelona. Puedo decir que los expedientes académicos de Antonio Machado y de Antonio Flores de Lemus le deben el recuerdo. Hoy es magistrado del Tribunal de Cuentas, sigue dando sus clases en la Complutense y conferencias por toda España. Por todo ello, y aún dejando importantes cosas, ¡bienvenido Juan!

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