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Publicado por
JUAN F. PÉREZ CHENCHO
León

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HA MUERTO Jaime Campmany, 80 años, columnista de ABC. En otro tiempo fue director del diario «Arriba», buque insignia de la Prensa del Movimiento. Era el máximo representante del periodismo barroco. Brillante, ágil, hijo de la metáfora y padre culto de toda una generación profesional. Casi nunca he compartido sus análisis, pero siempre he admirado su pluma. A Jaime Campmany le llegó la muerte por sorpresa. No le ha dado tiempo para un nuevo juego florentino sobre la política catalana. Quizá hubiera sido su tema para ayer, 13, festividad de San Antonio. Dió juego la cumbre que el pasado fin de semana celebraron los partidos políticos catalanes para consensuar la redacción del nuevo Estatuto de Autonomía. Cuatro de ellos estaban de acuerdo en definir a Cataluña como una nación. En cambio, Josep Piqué, voz de los populares, se opuso a ese término. Como recuerda Arcadi Espada, según una encuesta publicada en «La Vanguardia», sólo el 28% de los catalanes considera que Cataluña es una nación. Sin embargo, por lo visto, la mayoría de los representantes políticos sí lo considera. Es decir: existe una clara disfunción entre representados y representantes. Arcadi Espada es uno de los intelectuales firmantes del manifiesto hecho público hace unos días contra el furor nacionalista. Pueden consultar estos datos en la dirección electrónica www.arcadi.espasa.com, bajo el título «El círculo vicioso». Campmany hubiera deducido, y yo lo compartiría, que existe una clase política en Cataluña que está dispuesta a inventarse problemas donde no los hay. A ser noticia en Barcelona o en Jerusalén. Lo ha visionado de forma genial Fabián Estapé, ex-rector de la Universidad de Barcelona y ahora venturoso vecino leonés. También es crítico con el nacionalismo catalán. Fabián Estapé nos otorga a los leoneses un valor añadido intelectual. Se queda con nosotros. Yo almorzaré mañana con él. Estoy seguro que su magisterio será enriquecedor. Como economista y gestor con amplia experiencia docente y política, quizá ha llegado a la misma conclusión que percibimos desde esta tierra del interior: los políticos catalanes viajan por encima de las nubes olvidando la gestión cotidiana de la comunidad autónoma. Claro, que a esta clase política catalana tan interesada, le vienen muy bien disparates antidemocráticos y franquistas como los de la manifestación del pasado sábado en Salamanca, reclamando la unidad del Archivo. No voy a entrar en la estúpida guerra de cifras. Lo que sí hubo fueron pancartas de este tenor: «Carod, ésta es tu caja», con anagrama de ataúd y el RIP preceptivo; o la otra: «Carod, al paredón». Este líder de Ezquerra no tiene la hebra que el arzobispo Tarancón. Cuando los parafascistas llenaron de pintadas los tapiales de media España con «Tarancón al paredón», pedía un café y luego encendía un puro. En cualquier caso: las pancartas exhibidas en Salamanca están dedicadas a generar odio e inquina en esta España en la que el único responsable y sensato parece ser el Gobierno. Jaime Campmany habría sido más barroco y, por supuesto, su argumentación de otra naturaleza. En cualqueir caso, siento la orfandad de su pluma.