El bocadillo de la gaviota

UNA GAVIOTA azul vuela nerviosa sobre la playa de Riazor. Un niño tiene en la mano el bocadillo que acaba de darle su madre. Como de repente, la gaviota se lanza en picado y le arrebata el bocata de nocilla. Se lo lleva a la azotea de los edificios del Paseo Marítimo que casi besan a las nubes. El niño llora sobre la arena de la playa, su madre le consuela, y arriba se arremolinan las gaviotas paa compartir el festín. No presenció la escena el cacique de Ourense, José Luis Baltar, que pide todos los votos «aunque haya que robarlos». Ésta es, por supuesto, una escena de ficción. Al otro lado de los mares, en el diario «Clarín» de Buenos Aires, aparecía ayer este anuncio: «Elecciones en Galicia. Viaje para votar. Salida en avión Jumbo 747 de Aerolíneas Argentinas, 15 de junio, directo a Santiago de Compostela. Organiza comité argentino del PP». Es un anuncio real, contrastado y de pago. Yo creí que los emigrantes votaban en el consulado español o por correo. Pero, a lo que deduzco, también se puede pagar una magnífica excursión para hacerlo en la «terriña» y, de paso, echarle migas a las gaviotas. Quedan tres días de campaña electoral. Galicia es el eje político de España en estos días, hasta que se descifre el domingo próximo el resultado. Todos los barómetros coinciden en que Manuel Fraga será desalojado de la presidencia de la Xunta. El propio Mariano Rajoy ha establecido su cuartel general en Galicia desde que se abrió la campaña y no lo abandonará hasta la jornada de reflexión del próximo sábado. Muy mal tienen que verlo para semenjante despliegue. El PP no se juega sólo el adiós de su anciano presidente, sino que los resultados también rozarán a Mariano Rajoy. Es verdad que Rajoy no es el candidato, pero sí el que dio el placet, o no puedo evitarlo, para que Fraga intentara el milagro por quinta vez. Y el que se está fajando más allá de los límites exigibles al líder de un partido nacional, aunque sea gallego y persiga con uñas y dientes evitar el destierro de las huestes populares de su gran caladero. Quedan tres días de campaña electoral, pero falta la traca final de los actos contra el Gobierno socialista programada por el PP. Será el sábado próximo. El tercer sábado consecutivo coincidiendo con la campaña electoral gallega. Se desarrollará el día de reflexión. Han asumido los preceptos del Foro de la Familia y de la Conferencia Episcopal. Los obispos echan un pulso sin precedentes. Condenan sin paliativos el matrimonio entre personas del mismo sexo, aunque sus sacristías estén llenas de homosexuales. El PP ha llamado a combate en la misma dirección. Basta escuchar a Ángel Acebes: «La manifestación no es contra los homosexuales, sino una propuesta contra el Gobierno, que es un empeño, un desafío y una provocación». En claro y por derecho: La tercera manifestación contra el Gobierno, coincidiendo con la campaña electoral gallega. Si como afirma el PP es partidario de equiparar en derechos a las parejas del mismo sexo, ¿por qué no lo hizo en sus ocho años de Gobierno?. Yo no tengo dudas: los tres sábados consecutivos de ruido han pretendido, y pretenden, sedar el malestar de los gallegos contra el PP. Quizá el domingo próximo no haya niños en las playas a los que la gaviota pueda arrebatarles el bocadillo de nocilla.