Diario de León

DESDE LA CORTE

El escaño de oro

Publicado por
FERNANDO ONEGA
León

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¡AY, LAS ELECCIONES gallegas! ¡Qué libro para escribir! Un libro para penetrar en las intimidades de un país mágico que en sólo dos horas pudo hacer prodigios que aún asombran al espectador lejano. En tan corto espacio de tiempo, transformó en triunfador a un «seguro» perdedor. Y lo más sorprendente: la sociedad gallega llegó a las urnas con fama de conservadora, y cerró la jornada electoral votando mayoritariamente a la izquierda. Le dio cien mil votos más a la suma de PSdeG y Bloque que al Partido Popular. Este último detalle es muy importante. Tiene la trascendencia de aumentar la legitimidad popular de la coalición, si los emigrantes la elevan al poder. Me explico: un PP con el 44,9 por 100 de los votos, alimenta la idea de lo injusto que sería enviarlo a la oposición. Ayer mismo, un diputado nacional recordaba que el sistema británico otorga la mayoría absoluta con ese resultado. Tampoco faltan voces que propugnan que lo democrático es que gobierne la lista más votada. Estamos, por tanto, ante una corriente de opinión que siempre asoma en estos casos: la que trata de deslegitimar la unión de fuerzas para apartar del poder a la mayoritaria. Pero esa tesis se vuelve estéril ante la evidencia: los que Touriño llama «votos del cambio» son más. Son cien mil más que los del PP. Con ellos, tan democrático será que los emigrantes revaliden la presidencia de Fraga como que impulsen la alternativa. Y con esa normalidad debe esperarse la decisión del día 27. Podrá discutirse, y se discute, si es correcto el protagonismo dado a la emigración. Pero no el lado hacia el que inclinen definitivamente la balanza. Los problemas de ahora mismo son otros. Cuando tanto y por tan poco margen está en juego, ¿alguien habrá concebido maniobras extrañas? La apariencia de serenidad que ayer trataron de ofrecer los dos partidos mayoritarios es pura fachada. El PP no puede estar tranquilo ante el riesgo de pérdida del poder, por mucho que Rajoy celebre su propia fortaleza: está en juego una corriente de fidelidades e intereses que llegan al último rincón de Galicia. El PSOE, a su vez, tiene ante sí la oportunidad de conquistar un territorio, con todos los beneficios de futuro que comporta. No es sólo unas consellerías, sino una pasarela hacia futuras parcelas de poder. Con tanto en juego, ¿van a limitarse a esperar con los brazos cruzados? Es evidente que no. Y yo tampoco lo haría. De momento, exigiría mucho control de sacas. Y al tiempo, iniciaría una revisión de las mesas de resultados más ajustados, aunque eso suponga un aluvión de reclamaciones. Pero creo que no les hace falta el consejo. Al revés: habría que recomendarles moderación. No es el espectáculo más edificante.

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