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Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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NO DEJA de ser una buena noticia que la organziación terrorista ETA haya anunciado que de aquí en adelante, no se sabe por cuanto tiempo, no atentará contra «los cargos electos de los partidos políticos de España». Están de enhorabuena 67.000 políticos, de mayor o menor talla, incluidos los que no la dan. La banda reduce considerablemente su campo de acción para llevar a gente al camposanto. Limita el territorio de lo posible y escoge las nucas más apropiadas para recibir un intempestivo balazo. La verdad es que siempre se está obligado a elegir. Elegimos a los amigos y a los enemigos, ya que hay gente que no nos sirve para ninguna de las dos cosas; elegimos los libros y los restaurantes. Elegimos en todo, salvo en el amor, que ya dijo el clásico que «amor no es voluntad, sino destino». Treinta cargos han sido asesinados en democracia, pero por fortuna el número no se acrecentará. Gracias al Señor, sean dadas. La estrategia del terror abarcará únicamente al resto de la sociedad española: Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, miembros del Ejército, jueces, empresarios, periodistas, funcionarios de prisiones y gente que pase por la calle. Sólo un grupo muy concreto podrá estar tranquilo y descuidado, sin mirar para atrás a cada paso y sin tener la necesidad de agacharse para inspeccionar los bajos de su coche para comprobar que alguien no le ha dejado un obsequio sonoro. Algunos han sacado la conclusión de que habrá que hacerse cargo. Más o menos importante, pero cargo. Alto, bajo o subterráneo. De momento es un seguro de vida. Quienes los han contado aseguran que España es uno de los países del mundo con mayor número de personas escoltadas: 5.000. La protección de cada uno de ellos supone diez mil euros mensuales, o sea, que vamos a tener un ahorro. Lo malo es que no van a saber qué hacer con los escoltas. No sería justo que fueran al paro. Ya hay bastante gente en el paro. Más que políticos electos.