Animales de experimentación

CREEMOS que el cáncer y las enfermedades del corazón son las principales causas de mortalidad entre las sociedades de Occidente, pero hay ahora una novedad: gente que perece por reacciones fatales ante nuevos fármacos, caso de Estados Unidos, donde unas cien mil personas sufren esta mala suerte al año. Como las empresas farmacéuticas nos tranquilizan diciendo que todo nuevo producto se chequea en animales y que la faena de la vivisección hacia estos torturados animalitos es ética, puesto que nadie duda entre arriesgar la vida de un niño o la de una inmunda rata de laboratorio, todos felices. Veamos algunas evidencias de una realidad oscura. El Vioxx, medicamento contra la artritis, empezado a venderse como panacea milagrosa, resulta inocuo e incluso benefactor para el corazón de roedores y conejos. Como ha causado más de 60.000 defunciones por infartos fulminantes, se le considera el producto médico más catastrófico de la historia. El Lipobay, para tratar el colesterol, ha originado más de 10.000 casos de deterioro muscular y varias muertes, aunque a los animales de experimentación no dañaba la musculatura. La isoprenalina, contra el asma, produjo una mortalidad de 2.500 jóvenes en Gran Bretaña, sin que afectase para nada a cobayas, perros y macacos. Otra paradoja, casi de cachondeo, es que las pruebas de hacer ingerir a estos ayudantes enjaulados dosis de alquitrán de cigarrillos, amianto, arsénico, benceno, alcohol y fibras de vidrio, les ha dejado tan panchos, resistentes ellos. El Doctor Klausner, director del Instituto Nacional del Cáncer de los Estados Unidos, escribe: «La historia de la investigación sobre el cáncer ha sido una historia de curar el cáncer en el ratón. Hemos sanado de cáncer a miles de ratones durante décadas, pero, desgraciadamente, esto no funciona con los humanos». Lo último: no hay gran simio viejo lelo, pero se quiere curar el Alzeimer usándolos de cobayas. Copito de Nieve nos insultaría...