Diario de León

SIETE DÍAS

Medallas: ¿Somos así?

Publicado por
FERNANDO ALLER
León

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TAL VEZ nos falte perspectiva o, simplemente, profesor, es que desgraciadamente los de León somos así. Fabián Estapé, acaparador de un currículo intelectual al alcance de pocas mentes, vive en León desde hace algo más de un año. Un tiempo suficiente para haberse forjado una idea de nosotros, con el aval de la distancia que evita la tentación de los estereotipos. Este antiguo rector de la Universidad de Barcelona escribía ayer en este periódico, en su habitual columna de los sábados, que detectaba en nuestro carácter inclinaciones muy negativas, por cuanto anteponemos el quién al qué, hasta tal punto de que las cosas no son nada en sí mismas, buenas o malas, bienintencionadas o perversas, y se enjuician más en función de quién las propone. Anteponemos el juicio sobre la persona al diagnóstico y valoración de la idea o del proyecto. Así que concluía su artículo con un llamamiento cargado de sentido común: «Exijamos el qué a todos los responsables del quién». Apoyaba Estapé estas reflexiones en el análisis de las manifestaciones, calificadas de paranoicas, que se están produciendo en la actualidad en torno al anunciado proyecto del Inteco: «Ante cualquier proyecto industrial, en una zona que carece de industrias modernas, suele analizarse el qué, qué va a hacerse y cuántos puestos de trabajo se crearán (...) Pero muy pronto se pasa al quién. Y si el quién es el adversario -singularmente el presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero- entonces se disparan todas las flechas del carcaj: Así, he leído con estupor que se devalúa la incidencia de la inversión del Inteco atendiendo al carácter de empresa privada de Telefónica». Al enfrentarse a tan perspicaz radiografía uno no puede eludir la tentación de replicar que no es el pueblo leonés en general practicante de la inquina, por más que en materia de inversiones se imponga el recelo por chascos pasados, como el de la Escuela de Pilotos, que también cita el profesor Estapé, o aquella primera frustración de Biomédica, que seguramente desconoce. Valoración diferente merece nuestra clase política. Especialmente aquellos profesionales de la cosa pública, individualizados con nombres y apellidos, que se han instalado últimamente en la confrontación a cualquier precio, y que pretenden arrastrar en sus personales, inconscientes y peligrosos intereses al resto de la sociedad. No se dan cuenta de que tiene consecuencias nefastas para uno mismo escupir hacia el cielo. Las medallas Eso es lo que han hecho en el Ayuntamiento de León los concejales del PSOE y de la UPL, que han negado el aplauso generoso al juego democrático desde el riesgo a quedar manchados por afanes partidistas, insidias personales o taimadas estrategias. Se han cumplido 30 años desde la muerte del dictador y 25 desde la constitución de los Ayuntamientos democráticos. Uno todavía recuerda aquel alborozo de la primavera del año 1979, cuando los ciudadanos éramos llamados a las urnas para elegir a las personas en las que habríamos de depositar la confianza para la administración de nuestro dinero y de nuestras necesidades. Probablemente todos éramos más ingenuos. Los políticos sin duda. Y seguramente que también más generosos. Hoy la calle percibe una realidad diferente. A nadie se le ocurre ya decir públicamente que opta a un cargo, cualquiera que sea, para servir y no para servirse del mismo. La carcajada sería monumental ante la osadía. Simplemente de eso no se habla y que cada uno piense lo que quiera. El pasado lunes el alcalde de León, Mario Amilivia, propuso al Pleno la adopción de un acuerdo para entregar a los concejales del Ayuntamiento de León a lo largo de 25 años, sendas medallas de plata, una distinción que a todos igualaba, sin diferencia de siglas, en el afán por afianzar unas normas de convivencia que parten del principio más sagrado, la igualdad de todas las personas. El acuerdo, según desvelaba ayer el alcalde en un artículo publicado en el Diario de León, había pasado todos los trámites preceptivos sin que se oyera una voz en contra. Sin embargo, en el Pleno se contaron los votos contrarios de los trece concejales del PSOE y de la UPL. El argumento esgrimido es que el actual equipo de gobierno carece de legitimidad para honrar a la democracia, al estar formado por el PP y dos concejales que fueron elegidos bajo unas siglas a las que ahora no representan. En la descalificación se oculta que el partido más legitimado para gobernar era precisamente el PP, que ganó las elecciones, si bien hay que reconocer que tan legal fue el pacto inicial de los socialistas con los leonesistas (que impidió el gobierno de la voluntad popular mayoritaria) como el actual del PP con los escindidos leonesistas. Pero al margen de entrar en procelosas definiciones de lo que en política se puede entender por legal y por legítimo, como si pudieran ser dos términos antagónicos, la realidad es que se ha negado una fiesta a la democracia. Seguro que al común de los ciudadanos esto les importa un bledo, pero no cabe la menor duda de que la votación registrada descalifica a quien cicateramente es incapaz de reconocer méritos ajenos (incluyendo a concejales del mismo partido político) y se instala en la arrogancia de impartir penitencias y bendiciones desde una sospechosa apropiación de la verdad, espejo de la autocracia y el despotismo Y todo esto de forma gratuita, porque como escribía Eduardo Aguirre, «se ha dañado la memoria y la trayectoria de muchos leoneses». Se ha dañado de forma peligrosa, cabe añadir, a la democracia. Resultó más chocante la discrepancia surgida en el Pleno municipal por cuanto dos días más tarde los corresponsales de prensa eran agasajados con la insignia de oro de la provincia por iniciativa del presidente, Javier García Prieto, con el respaldo unánime de los diputados provinciales. En esta ocasión, curiosamente, no hubo diferencias entre los diputados del PP, PSOE y UPL. Ya dicen que no hay peor cuña que la de la misma madera. Palabras sin azúcar Unanimidad existe también al enjuiciar el futu ro del sector de la remolacha. Se están cumpliendo los peores augurios. En este pronóstico coinciden todos los políticos. El relevo de la presidencia europea y el papel directriz que pasa a ocupar ahora Gran Bretaña no va a favorecer un cambio de postura. Otra mirada hacia fuera. En el debate sobre el estado de Castilla y León volvió a sobrevolar el espíritu de Zapatero. La Junta no acusó en este caso al presidente del Gobierno de «focalizar» las ayudas en León en detrimento de otras provincias. Simplemente, el primer año de gobierno socialista fue calificado de «perdido e insatisfactorio» para esta comunidad por el presidente Herrera. La réplica vino del socialista Miguel Alejo: «Tenemos dos visiones bien distintas de lo que el Gobierno de España hace». Angel Villalba formuló la respuesta de forma más literaria: «Hay caballeros Jedi que tienen una tendencia a refugiarse en el lado oscuro de la fuerza».En esas estaban los dos partidos mayoritarios, mientras desde la UPL se advertía que se está construyendo una comunidad rica y otra pobre, a la última de las cuales se apunta León. Pero tampoco la cosa fue a más. Ni siquiera el hecho de que el debate fuera televisado en directo propició mayores arremetidas. Seguramente todo era debido a que no había reparto de medallas.

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