La sombra del Yak-42 1397124194

LA REPROBACIÓN parlamentaria de Federico Trillo ha sido un suceso doloroso pero necesario. El ex ministro de Defensa no tiene razón cuando se queja de persecución inquisitorial contra él. Este hombre debió dimitir a raíz de la catástrofe del Yak-42 y no lo hizo, como no ha dimitido después de su escaño, a medida que los hechos de entonces se iban clarificando más y más. El que la exigencia de responsabilidades haya sido permanente no autoriza para hablar de trato inquisitorial, sino de firmeza en esa exigencia. La dignidad de los fallecidos, de sus familiares y de todos en general lo hacía imprescindible. Dos años largos después, la Comisión de Defensa del Congreso de los Diputados viene a colocar parcialmente las cosas en su sitio. Digo parcialmente porque si el ex ministro no abandona su escaño, todavía queda el procedimiento de declaración de indignidad por el pleno del Congreso. En cualquier caso, yo no entiendo la actitud de Trillo, un hombre tantas veces razonable. Es imposible hacerlo peor y equivocarse más en un cargo público, y más en un asunto tan altamente delicado como el que nos ocupa. Y no deja de asombrarme la impetuosidad de Astarloa y otros dirigentes del PP en exigir responsabilidades e incluso dimisiones al Gobierno por cosas tontas e incluso falsas, mientras que se hacen los ofendidos cuando se les exige a ellos en asuntos de tan extrema gravedad como el Yak-42 o la guerra de Irak. En fin, ellos verán lo que hacen, pero la respuesta del resto de las fuerzas políticas y de la mayoría de los ciudadanos ya está bastante clara.