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León

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QUE PP y PSOE son dos sólidos pilares de nuestra democracia nadie lo duda; que no son los únicos, tampoco. Pero ¿dónde colocar al BNG, que pierde cuatro escaños y no sólo pasará a gobernar sino que su líder -vamos a llamarlo así-  reclama  21.000 millones de dinero público, así como quien pide al camarero la vuelta porque tiene prisa? A lo mejor es bueno para Galicia la llegada de aires políticos nuevos, quizá lo de Fraga era ya mucho repetir, pero dicho lo dicho,  la pérdida del poder -que no de las elecciones- por un único escaño no autoriza a deducir que la sociedad gallega demanda un gran cambio. En todo caso, un cambitito que diría Flanders. Como mínimo, estamos ante un equilibrio de fuerzas, que exige respeto y diálogo. Otra cuestión es que los pactos conviertan al grumete en capitán del navío,  y sin peligro de naufragio. PSOE y PP, pese a sus diferencias, garantizan nuestro proyecto colectivo. Ya nadie cree que seamos unidad de destino en lo universal, ni falta que hace. Pero España existe, aunque sea como puzzle; no es la de Menéndez Pelayo... pero haberla, hayla. Demasiadas naciones para un país en el que dos de cada tres españoles son del R. Madrid, aunque no lo sepan. Y que el disco más vendido del año pasado fue el de Bisbal y su Bulería, bulería , que no es precisamente un ritmo polaco. En efecto, a veces, los pactos convierten a grumetes en capitanes. Los españoles existimos, aunque como aquel personaje de Unanumo podamos gritar: «El yo, qué me roban el yo» España existe. Y cualquier tiempo pasado no fue mejor.