Diario de León
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ANTONIO CASADO
León

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COMO DE COSTUMBRE en vísperas de una votación importante, el grupo parlamentario del PP se reunió el miércoles pasado, bajo la presidencia del portavoz, Eduardo Zaplana, para argumentar su posición contraria a la reforma del Código Civil que legaliza a partir de hoy los matrimonios entre personas del mismo sexo. De la reunión salió una noticia buena y otra mala. La buena, para el funcionamiento de dicho partido, es que la disciplina de voto se impuso tras un debate muy vivo. La mala es que el triunfo de la disciplina, como elemento de cohesión interna, ocultó que una parte del partido se encuentra incómoda con la asimilación de la línea oficial a los sectores más reaccionarios de la sociedad española. La voz cantante de la disensión la llevó la ex ministra de Sanidad, Celia Villalobos, que finalmente acabó votando junto a los socialistas; es decir, a favor de la ley de matrimonios gais, defendida por el presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero. El de la ex ministra fue el único voto insumiso dentro del grupo popular, pero no la única voz discrepante en la mencionada reunión previa, donde hubo otras dos intervenciones similares. Una, la del joven diputado, José María Lasalle, que este verano contraerá matrimonio con una diputada del PSOE. Otra, la de Francisco Villar, que es el jefe de Gabinete del presidente del PP, Mariano Rajoy. En estos dos diputados se impuso la disciplina, al contrario de lo que ocurrió con Celia Villalobos, pero llamó la atención la posición aperturista de Villar, muy receptivo a los argumentos de la ex ministra, porque es una especie de 'alter ego' de Mariano Rajoy, que no estuvo presente en la reunión pero, como es lógico, es él, y no Zaplana, el portavoz, quien fija la posición del grupo parlamentario y, por lo tanto, el sentido del voto de sus diputados. Para colmo, se dio la circunstancia de que en determinado momento, durante la intervención de Francisco Villar, éste tuvo la impresión de que sus argumentos eran tomados a broma por el portavoz, Zaplana, que en ese minuto del partido mantenía con el diputado Miguel Ángel Cortés una conversación ajena al discurso de Villar. Éste se lo tomó a mal e hizo algún comentario destemplado («¿Puedo seguir o no?»), respondió, asimismo, con cierta destemplanza por parte de Zaplana. Se lo cuento porque el episodio ha vuelto a generar rumores sobre supuestas diferencias entre Zaplana y Rajoy. Falso de toda falsedad, pero las especulaciones ocultan un interesante debate entre las dos almas del Partido Popular. La que apuesta por la línea dura y la que añora las posiciones de centro que hicieron posible la barrida electoral del año 2000.

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