Contactos en la oscuridad

EL CRONISTA dormitaba ante el televisor. Era un sueño mínimo y matinal, de esos que llaman siesta del carnero. De pronto salió de la pantalla una pregunta como un estilete: «¿Nos engaña Zapatero? Respondemos después de la publicidad». Pasó la publicidad y el cronista cree que siguió dormitando, porque no consiguió aclarar si Zapatero nos engaña. Lástima. Fue una pena, porque no todos los días se hacen esas preguntas desde una televisión, y hoy no les puedo ofrecer a ustedes una respuesta, al estilo de: «Atención, vecinos, que Zapatero os miente». La duda, en todo caso, parece apasionante. Tan apasionante como para dejarla para después de los anuncios. La razón del presunto engaño es, como ustedes se imaginan, el no menos presunto diálogo, contacto, entrevista o como se quiera llamar con Batasuna. Aquí, como en otras ocasiones, nos encontramos con dos verdades: la de Ibarretxe, que asegura que socialistas y nacionalistas hablan con ese partido ilegal, y los portavoces del PSOE que niegan los contactos con la misma vehemencia que pondría un amante sorprendido en infidelidad. Y los cronistas, que somos los intérpretes de las palabras, nos encontramos en la penosa obligación de intentar traducir para ustedes quién merece más credibilidad. Mi tesis es que se habla. Se está hablando. Se habla desde hace mucho tiempo. Se sabe incluso quiénes son los interlocutores. Y digo más: lo inquietante sería que no se hablase. Si Zapatero no tuviese alguna vía de información directa, ¿cómo podría sostener la idea del "final dialogado"? ¿Cómo podría haberse arriesgado a ofrecer esa salida, sin tener una pista mínima de su aceptación? Y, sobre todo, ¿cómo se podría preparar el escenario físico de la futura, todavía hipotética, negociación? ¿Cree alguien que las cosas se preparan y arreglan con una llamada telefónica del estilo de «nos vemos mañana en Biarritz»? No. Si algún día llega a haber la muy invocada mesa de diálogo, tendrá que ser después de muchas conversaciones y exploraciones previas, del estilo de las que sugiere el lehendakari. Lo contrario sería una irresponsabilidad. Aceptado eso, si me lo aceptan, viene lo segundo: entonces, ¿por qué se niega? Pues por una razón bastante tonta: porque esas cosas hay que negarlas. Los contactos exploratorios no se hacen bajo los focos. Son, por su propia naturaleza, refractarios a la luz. Si se publicitan, se rompen. Y además, si el PP y bastantes medios informativos se consideran en guerra por la simple posibilidad de que algún día se pueda negociar, ¿qué harían si hoy se les confirma que se está haciendo ya? Montarían la mundial. Así que, personalmente, pienso que José Luis Rodríguez Zapatero no nos engaña. Simplemente se oculta de la luz.