Diario de León

DESDE LA CORTE

El difícil equilibrio de Rajoy

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FERNANDO ONEGA
León

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RESPÓNDAME con la mano en el corazón: ¿usted no escuchó alguna vez un diagnóstico parecido al de Piqué? ¿No escuchó que las caras más visibles del PP no son las más adecuadas para este momento político? Entonces, ¿por qué se monta la escandalera que se montó? Por tres razones. Una, porque Piqué es un alto dirigente del partido, y su diagnóstico supone la ruptura de la paz interna. La segunda, porque cuanto ha dicho confirma las perversas insinuaciones que viene haciendo el PSOE. Y la tercera, porque existe el fundado temor a que se abra un proceso de revisión de la política del PP después de las elecciones gallegas, que han dado un buen resultado, pero le han hecho perder el poder. Por esos tres motivos, Mariano Rajoy saltó como una fiera a defender la cohesión de su fuerza política. El comunicado que firmó desde Singapur es de una contundencia inusitada. Ni cuando Ruiz Gallardón se enfrentaba abiertamente a Esperanza Aguirre en Madrid, ni cuando José Luis Baltar presentó batalla en Galicia, Rajoy reaccionó con esa rapidez y dureza. Es señal de que esta apariencia de crisis tocó la fibra del partido. Aunque Piqué puso gran mesura en sus palabras, porque no es un dinamitero, dio donde más dolía. Eso provocó el terremoto. Ahora, la cuestión es saber si Piqué tiene razón. Yo creo que sí. Lo que ocurre es que necesita un traductor. Cuando dice que los dos personajes citados recuerdan el pasado, no se refiere a un pasado ignominioso, sino al aznarismo. Sus discursos políticos, su forma de criticar al PSOE, sus ideas sobre los problemas actuales, parecen más propios de FAES que de un equipo que, con Rajoy a la cabeza, ha optado por la moderación y el centrismo. Y, por otra parte, quiere decir que esos dos rostros son precisamente los que mantienen la memoria del 11-M y la administración informativa posterior. Uno, como ministro del Interior, y el otro como portavoz del gobierno. ¿Necesita el Partido Popular esa imagen? Es lo más dudoso. ¿Necesita ese discurso de dureza e intransigencia? Seguro que sí: un partido que quiere abarcar todo el espectro conservador español requiere personajes que conecten con el cabreo social, que mantengan la idea de la continuidad del espíritu de Aznar, y que convivan con políticos que, como Piqué, están luchando por abrir el partido en territorios tan hostiles como Cataluña. Ese es el panorama. Siendo así, la realidad no desmiente a Piqué: lo complementa. Y ése es el difícil equilibrio de Rajoy: tiene que contar dentro del partido con quienes prolongan la memoria de Aznar, pero también con quienes buscan el giro centrista. Si Mariano Rajoy opta sólo por una parte, como hizo ahora, habrá dejado un vacío. Lo inquietante es que sea el vacío del centro.

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