EL RINCÓN
El parte
ESPAÑA ACTIVA el nivel de alerta máxima y medio mundo toma medidas de seguridad en centrales nucleares, transportes y aeropuertos. Es lo que pudiéramos llamar la píldora del día después. «No nos vencerán, no nos atemorizarán y no nos intimidarán», dice Blair, mientras Bush se limita a comunicar lacónicamente que «la guerra contra el terrorismo continúa». Basta leer el comunicado de Al Qaeda para darse cuenta, por su lenguaje, que el diálogo con los fanáticos islamistas es imposible: no sólo hablamos otro idioma, sino que también escuchamos distintos silencios. El comunicado en el que Al Qaeda asume la autoría de la terrible matanza londinense empieza hablando de un Dios «clemente y misericordioso» y de un profeta «sonriente y luchador». Luego habla de venganza y de los héroes muyahidines que han perpetrado «el bendito ataque». Ellos creen que el siniestro atentado es una operación militar contra un gobierno «cruzado y sionista». Cuánta razón asistía a Kipling cuando profetizó que Oriente y Occidente no se entenderían nunca. Son dos modos de ver el mundo y su único punto de coincidencia es que ambos quieren contemplarlo a la luz de los incendios. Después de lo de Londres, los terroristas advierten a los gobiernos de Italia y de Dinamarca que correrán la misma desgracia. Tienen dispuestas a otras promociones de héroes muyahidines, diseñados para la Yihad en Europa. Su propósito es vengarse por las masacres de Irak y de Afganistán y lograr de ese modo que su Profeta, el Sonriente y el Luchador, sonría y luche más que nunca, mientras su dios, clemente y misericordioso, aplaza por algún tiempo el ejercicio de esas virtudes. Los expertos en la lucha antiterrorista tienen un gran futuro. A raíz de la invasión de Irak, los tentáculos de la red que dicen que sigue liderando Osama Bin Laden se han expandido mucho. Según cálculos aproximados cuenta con unos 18.000 combatientes. Sin clemencia y sin misericordia.