Diario de León
Publicado por
JOSÉ CAVERO
León

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LOS ATENTADOS del 7-J en Londres tienen muchas similitudes y unas cuantas diferencias con relación a los que se produjeron en Madrid en marzo de 2004, aunque todavía haya más sombras que luces en la tragedia británica, empezando con las cuentas finales de sus víctimas, la divulgación de imágenes y testimonios, el ritmo de conocimiento de datos, la búsqueda de sus responsables. Es probable que se aprende siempre, de un atentado para el siguiente, pero no solamente aprenden los equipos de la lucha contra el terrorismo; es probable que los autores del crimen múltiple también extrajeran y aplicaran enseñanzas del crimen masivo de los trenes de cercanías. No hay duda de que el ejemplo de Madrid fue útil. Hay pocas dudas, en Madrid como en Londres, de que los autores fueron «franquicias locales de Al Qaeda», decididos a castigar a los «apóstatas» occidentales. En las dos capitales parece evidente que había un decidido deseo de castigar a «los líderes de la foto de las Azores», alineados con la invasión americana de Irak. Y también salta a la vista que no fueron suficientes las atenciones que se prestó a las advertencias previas de que se preparaban esos ataques. Ninguna ciudad como Londres había sido advertida de que estaba en la lista de «los enemigos a humillar». Nuestro mundo occidental sigue sin haber puesto de su parte las adecuadas medidas preventivas para que esa clase de terrorismo masivo de los fundamentalistas islamistas resulte tan eficaz como demoledor y deprimente: unos cuantos inmigrantes golpean con saña y en unas pocas horas provocan el dolor y el desconcierto y paralizan una ciudad o un país. Y, por si fuera poco, dejan tras de sí el penoso espectáculo de los líderes políticos que se intercambian la acusación de que no previeron. Como se hace inevitable la comparación, debe admitirse que el trabajo de los equipos españoles de socorro resultó inmensamente más efectivo, así como la participación ciudadana. En Londres sin duda se ha realizado la tarea con mayor asepsia, con un control casi total de imágenes incómodas y de versiones múltiples de la tragedia. En Londres se produjo un gran apagón informativo: los ciudadanos, ni siquiera los familiares de las víctimas, parece que no tienen derecho a saberlo todo hasta que Scotland Yard no tenga la visión total de la tragedia. Y los políticos apenas se mojan: es una tarea mucho más profesional, de agentes policiales especializados responsables de resolver el problema y explicarlo a la ciudadanía. El nuestro, resulta evidente, es un país más caliente y activo. Mucho más impaciente a la hora de buscar y hallar respuesta a los misterios del crimen.

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