Nadie perdona

EL OPINANTE estrella del reaccionarismo, autodenominado liberal, aboga por la venganza contra los terroristas ,  aunque no precisa quién ha de llevarla a cabo ni  cómo. La venganza no es un arma de la democracia,  aunque tampoco debe serlo la debilidad. Hay que confiar en los valores que nos sustentan como civilización. Los rambos del quintacolumnismo se limitan a lo suyo, a teatralizar indignaciones. Pero no.  Hay que luchar con métodos que no nieguen nuestra condición humana, que no nos contagien de los defectos del enemigo. Y del mismo modo que nuestro dolor se solidariza con esas víctimas inglesas, hombres y mujeres a quienes no conocemos personalmente, también tenemos que ponerle rostro y alma a ese constante listado de muertes en Irak, pues no son números, ni un eco de la nada. El rigor de la ley y el de la ética. No todas las culturas y civilizaciones han logrado un mismo nivel de respeto hacia la dignidad del hombre; una vez reconocido esto, deberíamos admitir que occidente ha creado el monstruo de despacho. Sí, sólo el perdón puede dar lecciones. Y en este mundo nuestro de apocalipsis cotidianos... nadie perdona a nadie. La Iglesia tiene aquí mucho que decir y orientar,  ya lo hace desde un mensaje positivo. Cuando el terrorismo da zarpazos, el mensaje cristiano nos salva de la desesperación,  niega el ojo por ojo,  invita a la esperanza. Los terroristas son una forma de mal, y han de ser derrotados. Con rigor y sin venganzas. Pero no son la única  victoria pendiente en este siglo a la deriva, donde, en efecto, nadie perdona a nadie.