LA VELETA
Una sociedad máslaica
PROBABLEMENTE no es casual que el mismo día que se procede a dar carta de naturaleza al primer matrimonio entre homosexuales, ese mismo día, el ministro de Justicia, Juan Francisco López Aguilar, haya efectuado unas declaraciones que no convendría pasar por alto, por cuanto parecen muy expresivas sobre la voluntad que no oculta el partido que nos gobierna y su líder Zapatero: López Aguilar aspira a que la Carta Magna, la Constitución vigente desde hace ya más de un cuarto de siglo, avance en su carácter laico, o ayude al Estado a ser progresivamente laico. Es decir, si ya el Estado dejó de ser confesional con la entrada en vigor de la Constitución del 78, y se determina en ese texto que «ninguna confesión tiene carácter estatal», aunque «se mantendrán las relaciones de cooperación con la Iglesia católica y las restantes confesiones»..., esa situación le parece al ministro necesitada de reforma, para que la Constitución esté más de acuerdo y a tono con una sociedad que se ha ido haciendo más y más laica. El divorcio, la agilización del divorcio, la despenalización del aborto, la investigación con células embrionarias, el matrimonio entre homosexuales, los criterios crecientemente laicos de la enseñanza..., todas son demostraciones de esa progresiva laicización de la sociedad. Pero la cuestión que se plantean el PSOE y el Gobierno es si ha llegado el momento de aprovechar la ocasión para modificar la Constitución también en ese propósito, y parece que no. Da la impresión de que al Gobierno le basta recordar a los obispos que debieran buscarse, para la pervivencia de la Iglesia Católica española, una financiación perfectamente distinta a la que les garantiza el Estado, y recuperar su viejo compromiso de resultar perfectamente autofinanciados; que la enseñanza de la religión, o de la historia de las religiones, es una disciplina estrictamente académica en la que la Iglesia nada tiene que ver; que al Estado corresponde determinar qué límites pueden colocarse, en la legislación nacional, en cuestiones morales personales como a menudo son el divorcio, la separación, el aborto, las relaciones homosexuales, la investigación con células embrionarias y así sucesivamente. Y para señalar con mayor precisión dónde se sitúa cada cual, el combativo ministro de Justicia ha recordado que «la Iglesia Católica apadrinó la Guerra Civil como una cruzada». Parece, en todo caso, querer dejar en claro que cada uno está donde quiere estar: unos con los laicos, con los matrimonios gays, y los otros en la acera contraria, en la manifestación callejera a la que acudieron 18 obispos.