AQUÍ TE ESPERO
Control
CON medio país de vacaciones no es raro que aumenten el número de víctimas del tráfico, que se había reducido considerablemente en los últimos meses. Esas campañas sobre que lo importante es volver y que en estas mismas fechas hace un año hubo tantos muertos pueden dar resultado al principio, como todo, pero una vez que te acostumbras a tales avisos, el cerebro los da por conocidos y hace caso omiso al verlos, pensando en otra cosa, por lo que no envía la primitiva señal al pie para que se levante un poco del acelerador. Por eso hay que tomar otras medidas y, como no hay nada nuevo bajo el sol, pasan por realizar más controles de alcoholemia (porque se ha comprobado que el alcohol está presente en un porcentaje muy elevado entre las víctimas de los accidentes) y también más radares que controlen la velocidad, porque los coches cada día corren más y la gente también. Que no se sabe ir a una velocidad que se pueda controlar, sino que se va como una exhalación y así la respuesta ante un imprevisto tiene que ser instantánea y como no se puede responder así, por falta de reflejos y otras causas, es por lo que se produce un elevado porcentaje de accidentes. Pero lo que no se entiende, me decía ayer un amigo, es que avisen dónde ponen el radar. Le contesté que efectivamente parecía un contrasentido, pero que a pesar de ser algo conocido se ponían muchas multas, lo que indica que no todos se enteran y que, aunque lo sepan no se dan cuenta y siguen a lo suyo, a gran velocidad. Y la Guardia Civil, a poner multas.