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DESDE LA CORTE

Ha estallado la guerra del agua

Publicado por
FERNANDO ONEGA
León

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EL AGUA. «El agua harapienta de los pies secos», que escribía Federico. Mientras la clase política se entretiene en estatutos de autonomía que interesan al 0,4 por ciento de la sociedad; mientras la convivencia se deteriora por reformas que ninguna mayoría ha pedido; mientras examinamos el sexo de los ángeles de las comunistas de las Tierras Vascas o de la audiencia de Zapatero a Carod, el problema de España es el agua. Sigue siendo el agua. Pero nunca, que uno recuerde, de forma tan enconada, tan egoísta, tan encanallada como en este momento. Mirad la sed de algunos territorios: en la comarca de Lorca, de 12.500 hectáreas de regadío, sólo se puede trabajar en 500. Las restantes son la próxima fábrica de despidos y paro. En otros lugares, el agua se está repartiendo en cisternas. El nivel de los pantanos españoles se ha reducido en un 2 por 100 en la última semana. Las reservas de los embalses de Galicia están en el nivel más bajo de los últimos diez años, según contaba ayer LA VOZ. La repercusión en la economía es alarmante: ya se anuncia la importación de catorce millones de toneladas de cereales para consumo humano y piensos, porque la producción nacional es claramente insuficiente. Cuanto acabo de exponer podría ser la crónica inicial de los efectos de una sequía. Pero hay algo que convierte en dramática la situación: la falta de entendimiento de esta crisis como una emergencia nacional; el asomo de los egoísmos territoriales, sin una autoridad que ponga orden; la politización de la escasez; su aprovechamiento partidista, y el fomento de recelos, cuando no odios entre regiones de España. La manifestación de ayer, en la que estuvo Mariano Rajoy, ha sido la primera explosión de la España que se ahoga en su sed contra la España que ve pasar el agua por un río camino de la mar. Y prefiere que se pierda, antes que cederla a la región vecina. Y un presidente (el de Castilla-La Mancha, señor Barreda) gestiona competencias para cortar el grifo. Ya sé, lo sabemos todos, que no se puede hacer nada contra la naturaleza. Pero conflictos como el que enfrenta a Murcia y todo Levante con Castilla-La Mancha o viceversa, es algo que nos llena de vergüenza como nación. Que se llegue a entender que el agua del Tajo es propiedad de una región simplemente porque pasa por allí, es algo que nos hace desconfiar del proyecto común español. Que haya que ver el jefe de la oposición en la protesta de una de las partes, indica la confrontación a la que podemos llegar. Pero que el jefe del gobierno no intervenga ni intente un acuerdo, indica una gran dejación. A España no la va a romper, de momento, el Carod-Rovira que hoy llega a La Moncloa. De romperla algo, la romperá la sed.