Diario de León
Publicado por
CÉSAR A. DE LOS RÍOS
León

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LA MASACRE de Londres ha suscitado el falso dilema libertad/seguridad. Es éste un debate recurrente y ya cansino. ¿Cómo podría existir un sistema de libertades como el nuestro, el occidental, si no le hubiera precedido un sistema de seguridad? Por lo mismo, cuando aquellas son utilizadas para la desestabilización es normal que los poderes políticos -de derecha y de izquierda- intenten reajustar los mecanismos de seguridad. El laborista Tony Blair y el liberal conservador Sarzoky han reaccionado del mismo modo aunque cada uno insista en las medidas que les parecen más apropiadas para sus sociedades. Francia considera urgente el control de las entradas de extranjeros -y en este sentido quedarán afectados los acuerdos de Schengen- mientras el jefe de gobierno británico da una mayor importancia al seguimiento de los contactos telefónicos y a la vigilancia estricta de las actividades de los predicadores del odio en las mezquitas. Frente a esta actitud, el presidente Zapatero ha lanzado un mensaje tan retórico como peligroso. El terrorismo bajará de intensidad -ha dejado escrito en el artículo que publico Financial Times a los dos días de la masacre- cuando se corrijan las injusticias sociales, cuando impere la justicia en el mundo. De este modo, Rodríguez Zapatero venía a encontrar razones en la comisión de actos terroristas. La responsabilidad de la existencia del terrorismo mundial la tiene el sistema de la globalización y el capitalismo, esto es el G8, los países desarrollados, los países ricos, Occidente. ¿Se mueve acaso el fundamentalismo islámico por una cuestión de reparto de rentas a escala mundial? Y viniendo a nuestro terrorismo local ¿acaso ETA basa su actividad criminal en la injusticia inter-regional? Esta explicación del terrorismo es la versión social y práctica de la «alianza de civilizaciones» que propuso el presidente español en las Naciones Unidas. Desconocedor de la naturaleza del fundamentalismo islamista, esto es, de sus imperativos religiosos en su lucha «santa» en contra de Occidente, el presidente español viene a echar su cuarto a espadas con el mismo espíritu arbitrista con el que se enfrenta a conceptos claves para la convivencia como es la idea de Nación. El presidente Rodríguez Zapatero dice aquellas cosas que son esperadas por parte de un sector de la sociedad más preocupado por mantener la propia imagen progresista que por buscar las soluciones en el mundo de terror de comienzos de siglo.

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