EL RINCÓN
Huir de la quema
TODOS LOS veranos hay españoles que le prenden fuego a España. Algunos son pirómanos con carné, otros están pirados y otros son unos gilipollas que hacen barbacoas y se olvidan de apagarlas. El caso es que nuestro país, calificado por el clásico de «áspero y espléndido», quizá no conserve ya más que la primera de estas condiciones. No sólo hay más incendiarios que bomberos, sino más ciudadanos que quieren desguazar la nación para que haya muchas, a cual más importante y más histórica. Dijo Miguel de Cervantes, tan empachosamente rememorado este año, que por el verano ardiente está a punto la cólera. Hay más gente indignada que nunca y no todos se dedican a incendiar pinares: algunos quieren quemar los mapas. Ahora parece que van a cambiar algo las cosas, al menos esa es la intención. Rajoy se ha dado cuenta por fin de que perdiendo se aprende, aunque no tanto como cuando se gana, y da por concluido un año ingrato muy condicionado por la derrota electoral. Ya era hora. Mucho tiempo le ha costado al PP aceptar la realidad y dedicarse a recuperar la cordura necesaria para frenar en la medida de lo posible las concesiones del presidente José Luid Rodríguez Zapatero, que quizá crea que para gobernar se requieren las mismas cualidades que para ser «maitre» de un restaurante de cinco tenedores. Es una buena noticia que el presidente andaluz, Manuel Chaves, declare que el Estatuto catalán es inaceptable y que la única nación es España y que si el señor presidente de la Generalidad queda defraudado allá él. También a Piqué se le pueden ir quitando las ganas de apoyar algo incompatible con la Constitución. Así que un fuego menos. Vamos a conformarnos con el de Guadalajara, que como dice el humorista Martínmorales, quizá haya sido conmemorativo del 18 de julio. Aunque ya esa fecha se asocie únicamente a una paga extra.