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Publicado por
JUAN F. PÉREZ CHENCHO
León

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UNA ESPECIE de fiebre recorre el cuerpo político de los representantes de las 17 autonomías de España. No sé por qué, pero el azogue es general. Parece que se ha extendido un efecto mimético imparable. Todos han quedado atrapados entre sus garras reformadoras. En la comunidad valenciana ya está cerrado el acuerdo entre populares y socialistas. Un consenso que algún gurú judicial se ha apresurado a calificar de anticonstitucional. En el País Vasco, en Andalucía, y en otras latitudes, sigue abierto el melón. Y en Cataluña ningún otro tema ha gastado más tinta que la reforma del Estatut. Según una encuesta interna, a los catalanes les importa un pimiento el Estatut. Sólo preocupa al 0,04% . Sin embargo, el president Pasqual Maragall vocea a los cuatro vientos: «Este es el año del Estatut. Si tenemos que pasarnos todo el mes discutiendo, lo haremos; y si tenemos que quedarnos sin vacaciones, también lo haremos». Desde la periferia de Cataluña existe enorme reticencia. Desconfían los barones socialistas, resoplan su frontal oposición los populares, y tan sólo el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, parece ejercer en positivo. Continúa sin inmutarse en su apoyo, pese a la sentencia de Mariano Rajoy: «España está en manos de quienes no quieren ser españoles». Que ZP reciba en La Moncloa a Carod Rovira parece una traición al Estado y a la Constitución. El azogue reformista, digo, se ha extendido más allá de las fronteras autonómicas. España está abierta en canal y tal parece que el único que cree en poder cerrar con éxito la disección es el presidente del Gobierno. Aquí, en Castilla y León, será después de las vacaciones del verano cuando se empezará a hablar en serio de la reforma del Estatuto de Autonomía. Hasta ahora, lo que ha existido son ceremonias de distracción. El Partido Popular de la región fue pillado por sorpresa con la reforma del Estatuto de Autonomía. Reaccionó organizando una ronda de conversaciones del presidente Herrera con representaciones sociales, económicas, universitarias, camerales, etcétera, para oxigenar las idea, mientras marginaba a los partidos políticos con representación en las Cortes Regionales. El resultado ha sido que tanto socialistas como leonesistas preparan para el otoño unas propuestas en firme que se le indigestarán al Gobierno autonómico. PSOE y UPL de León, de una manera o de otra, van a proponer que se recoja en el Estatuto la virregionalidad, o sea, la coexistencia de dos regiones dentro de la Comunidad Autónoma. Ya se admitió la ponencia en el Congreso Regional socialista, con todas las consecuencias políticas y económicas que ello conlleva. Eso significa que lo que la Fundación Villalar intenta tejer por la noche desde Valladolid, lo despejan por el día socialistas y leonesistas desde León. Evidentemente, tal y como se han puesto las cosas, van a hacer de la reforma del Estatuto de Autonomía un campo propagandístico y un desfile de cara a la galería. Pero, bueno, y para general relajación: será después del verano. La gran matraca llegará en otoño.