Diario de León
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JOSÉ CAVERO
León

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LA DEPURACIÓN de responsabilidades en la tragedia originada por el incendio forestal de Guadalajara ha elevado unos cuantos grados, en los últimos días, la tensión entre los dos grandes partidos. El intercambio de acusaciones y reproches está a la orden del día, y también las acusaciones de incompetencia manifiesta. El PP parece haber hallado la ocasión de «vengar» dos episodios que, durante el Gobierno de Aznar, le originaron severos ataques y críticas y magníficas ocasiones para desgastar y deteriorar la imagen de aquel Gobierno. En efecto, han sido frecuentes las evocaciones efectuadas estos días tanto del episodio del Prestige como de la tragedia del Yakolev. En uno y otro caso, la actuación de las autoridades del PP había merecido muy variadas críticas: tardanza en reaccionar ante la contaminación de las playas gallegas, precipitación y chapuzas varias en la recuperación de los cadáveres de los militares viajeros de aquel infortunado avión que chocó contra un montecillo turco. Ahora también se reclaman con insistencia explicaciones que permitan entender cómo un incendio iniciado en la tarde del sábado produce al día siguiente la muerte de once agentes forestales, sin que hubieran acudido los medios técnicos mínimos que ayudaran a con trolarlo y extinguirlo. Salta a la vista que fallaron unas cuantas cosas, en esta pavorosa tragedia. Como en el Prestige, el jefe del Gobierno ha brillado por su ausencia, ha faltado un liderazgo claro en la dirección de las tareas de extinción. Como en el Yakolev, no se dispuso de los medios técnicos indispensables para evitar la tragedia. Como en ambos casos, la opinión pública reclama datos más concluyentes, después de escuchar versiones a menudo contradictorias. También como en aquellos dos casos ya históricos, en esta ocasión se echa de menos alguna dimisión de quien pueda haber entendido que tuvo una actuación desastrosa y que cooperó a que una situación en principio sencilla llegara a convertirse en una tremenda tragedia de grandísimas dimensiones que deja en entredicho la validez misma de unas transferencias y competencias de las que una comunidad autónoma parece que no sabe hacer el uso adecuado en un momento crítico. Zapatero ha viajado a Pekín, después de haber enviado a su vicepresidenta a encajar las severísimas críticas de una población que se sintió en pavorosa soledad frente al fuego asesino. La ministra de Agricultura tampoco ha dado señales de vida. En un momento en que el PP se dispone a hacer «más oposición», la tragedia de Guadala jara les ha servido en bandeja una ocasión excepcional.

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