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Publicado por
JOSÉ CAVERO
León

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CONFORME había prometido, el presidente Zapatero prácticamente no hubo descendido del avión que lo devolvía de China y ya embarcaba en helicóptero para visitar las quince hectáreas que una semana antes habían ardido en Guadalajara, con el trágico efecto de once vidas también asoladas. Un diario ha dicho que Zapatero «hizo escala en Guadalajara» en su regreso a la Moncloa. Muchos no habían podido comprender que no suspendiera el viaje a China. Salvo que ese tipo de viaje, con amplia compañía de empresarios y una agenda de entrevistas con altos cargos del país a visitar llevan mucho tiempo de preparación y de ajustes de calendarios por ambas partes. Pero ha resultado evidente que el jefe del Gobierno ha estado pendiente de lo que sucedía en Guadalajara, en Madrid, en Londres, en Sharm el Sheik, en estos días turbulentos. Y que estaba deseoso de visitar la zona calcinada por el fuego de una barbacoa mal controlada, efecto de una irresponsabilidad de unos indeseables, como ha calificado al grupo de turistas madrileños el alcalde de la localidad en que se inició la tragedia. Aquella barbacoa, ya se ha podido comprobar, ha modificado la normativa total de hacer fuego en el bosque: Ni de cigarrillos. Cabe confiar que la alta sensibilidad que ya se produce ante un fuego forestal proporcione también frutos apreciables en sentencias severas con los negligentes, y en mayor medida, contra los pirómanos. Si acaso algo ha faltado hasta el momento, es el compromiso de poner manos a la obra de reducir los plazos para la recuperación de un bosque que se convirtió en ruina desolada. Alguna sugerencia sí se ha podido escuchar: así como miles de jóvenes se ofrecieron generosamente a limpiar las playas de chapapote, cuando el Prestige, cabe confiar que, de parecida manera, y en el momento más apropiado, surjan miles de personas decididas a participación en la replantación del bosque perdido. En la Mancha como en Extremadura, en Cataluña como en Valencia. Las necesidades de replantar son formidables, y alguien debiera instituir esa clase de fechas nacionales, posiblemente en otoño, para combatir, con auténtica eficacia, siquiera una parte de las zonas que arden en verano. Algunas vez se planteó la posibilidad de que los presos pudieran cumplir y reducir sus condenas con esa clase de tareas: limpieza de bosques, plantación de nuevas especies allí donde el fuego todo lo asoló. Políticamente aún quedará debate para rato: ¿actuaron correctamente las autoridades? La dimisión de una consejera manchega es probable que no sea suficiente. Muchos vienen señalando la incómoda situación en que queda el presidente Barreda, así como la chirriante actitud muda de su antecesor Bono.