Mil islamistasradicales

HA SIDO una cuestión planteada repetidamente a los expertos: ¿Cuántos son los islamistas fanáticos, los seguidores del Corán que siguen las doctrinas más extremosas y que no tendrían inconveniente en dar su propia vida con tal de producir la muerte a un grupo de sus adversarios políticos, los que llaman «apostatas» o infieles de creencias distintas a la propia? Los expertos no se ponen demasiado de acuerdo, pero llegan a calcular que un tercio de los seguidores del Islam podrían considerarse en ese grupo importantísimo de ciudadanos del mundo que están en disposición de producir atentados como los que se registran casi a diario. Pues bien, dentro de ese cálculo global, una tercera parte de los islamistas existentes en el mundo estarían en disposición de morir matando, lo ha aplicado a nuestras propias fronteras de España el experto en cuestiones de terrorismo internacional que es Fernando Reinares, catedrático de Ciencia política e investigador del terrorismo internacional en el Real Instituto Elcano. Reinares, actualmente asesor del ministerio del Interior, ha cifrado en un millar los islamistas residentes en España que estarían dispuestos a integrarse en una célula terrorista para cometer atentados. ¡Un millar!, nada menos. En Gran Bretaña, según las mismas estimaciones, serían el doble, aproximadamente... Y ya hemos comprobado, en dos jueves de este mismo mes, la disposición de los islamistas fundamentalistas británicos a aplicar a rajatabla sus propias ideas de guerra santa. La otra cuestión complementaria a «cuántos pueden ser los decididos a morir matando» y a producir matanzas como las que hemos venido conociendo en los últimos años en distintos puntos del planeta es cuántos, finalmente, terminan implicándose en actividades terroristas. Por fortuna, una cifra muy inferior. Sucede sin embargo, que esa «conciencia» del combatiente se puede despertar y agudizar en función del clima que el individuo observe en sus alrededores: se pueden «poner de moda» los atentados de esa naturaleza, como se viene comprobando en Irak, o como en distintos periodos ha sucedido en Israel-Palestina. Sería horrible que también se extendieran prácticas de esta naturaleza como las acontecidas en Londres, y que ahora mismo se muestran decididos a combatir de manera drástica los policías de la capital británica con el singular procedimiento de «primero, disparar a la cabeza, y luego, informarse sobre el presunto riesgo del individuo abatido». Aunque haya que pedir perdón a los familiares de la víctima inocente, como ya ha ocurrido...