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Publicado por
ANTONIO CASADO
León

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MIEDO Y LIBERTAD no son nociones casaderas. El reinado de lo uno supone la expulsión de lo otro. Retengamos eso mientras levantamos acta de que el concepto de 'seguridad' ha barrido al de 'cooperación' en el discurso político de los países del bienestar. O sea, la parte del mundo que detesta Al Qaeda y otros grupos terroristas de raíz islámica. Desde los atentados de este mes en Londres, hemos vuelto a discutir en torno a los límites de la libertad en función de la seguridad. O al revés, los límites de la acción preventiva y represora en función de las intocables cotas de libertad alcanzadas en esta parte del mundo. Esta parte del mundo (Estados Unidos y Europa, sobre todo) es capaz de hablar de «tercera guerra mundial» si le ponen la bomba en casa, pero apenas sí se inmuta por los cientos de víctimas mortales remitidas por una guerra inventada por esta parte del mundo, sí, la nuestra. En Irak no había armas de destrucción masiva, ni Sadam HuseÍn tenía nada que ver con los atentados terroristas del 11-S. Era un dictador como tantos, pero derrocarlo nos ha traído más dolor y más inseguridad. Lo que es peor, ha producido un formidable efecto llamada del terrorismo. Sobre Irak, donde la reiteración de los atentados se hace insoportable, pero también sobre nuestras satisfechas sociedades. Unas veces, de modo trágicamente real -Madrid y Londres- y otras, en forma de miedo. Ese miedo que, políticamente utilizado por los gobiernos democráticos en nombre de la seguridad, se ha convertido en una palanca de poder y en un excelente pretexto para recortar las libertades de los ciudadanos. Lo estamos viendo claramente en el Reino Unido, al hilo de los debates previos a la elaboración de un proyecto de ley que verá la luz en septiembre y donde se trata de perder libertad para ganar en seguridad. Y lo hemos visto incluso en España (reacciones a los comentarios del presidente del Tribunal Supremo), a raíz de la controvertida actuación policial en el metro de Londres sobre un joven brasileño abatido en aplicación del protocolo policial utilizado en plena psicosis de ataque terrorista sobre la capital británica. El debate de fondo está abierto: ¿libertad o seguridad?, ¿vivir con miedo o vivir libres? Claro, de lo que se trata es de encontrar el punto medio, pero no olvidemos nunca que la tentación vive arriba. O sea, donde reside el poder, al que le vendrá estupendamente que nos sintamos inseguros o que nos creamos al borde de la tercera guerra mundial.