Reconocer errores

CONTINÚAN los populares en su ataque desaforado contra el Gobierno a cuenta del incendio de Guadalajara. Solamente le falta al diputado manchego Echániz llamar asesina a la ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona. Es la prueba total de que el Partido Popular sigue desubicado, desconcertado y descontrolado. Eso de puertas adentro. Si miras al exterior, la contundencia es idéntica. La conspiraciones internacionales no valen para nada. Mientras Aznar y familia veranean a costa de Berlusconi, el embajador de Estados Unidos en España declaraba anteayer a Diario de León su interés en llevarse bien con el Gobierno español, y a la vez, José Luis Rodríguez Zapatero se reunía con el «premier» inglés, Tony Blair, para estrechar lazos en la lucha contra el terrorismo y aproximar posiciones sobre el futuro de Europa. Ya se sabe que en política internacional, más que ideologías, lo que existen son intereses. Al PP le cuesta reconocer estos hechos y pretende reeditar los casos del «Prestige» o del Yak-42 utilizando los muertos calcinados en Guadalajara. Lo peor del PP -y ya me gustaría escribir lo contrario- no es que sea injusto con el Gobierno, sino que además se equivoca completamente en sus análisis. Todavía no ha entendido que contra sus errores en el «Prestige» hubo una reacción espontánea en la sociedad. Fue como una riada solidaria que inundó universidades, jóvenes, ecologistas, comunidades, asociaciones, a todos. Yo lo comprobé, de Muxía a Fisterra. Una riada que ni el PSOE ni ningún otro partido podía organizar ni controlar. Tampoco ha entendido que los familiares de las víctimas del Yak-42 se organizaron y combatieron al Gobierno popular por propia iniciativa. En definitiva: el PP lo que no quiere admitir es que el PSOE no ganó las últimas elecciones ni hubo conspiración alguna, sino que las elecciones del 14-M las perdió el propio PP, que con sus errores, su prepotencia y su agresividad, consiguió el aborrecimiento de la mayoría de los españoles. De esa postura petrificada de no reconocer la verdad se deriva la permanente provocación que hace desde la oposición, utilizando la descalificación y llegando al borde de la violencia física. Ya lo comprobamos entre los carámbanos de enero en los intentos de agresión a José Bono y Rosa Díez, o como la semana pasada por parte del diputado azul Rafael Hernando en los pasillos del Congreso. De toda esta exacerbación fraticida es responsable principal Mariano Rajoy, aunque no sea, en estos momentos, el que manda en el PP. Dejo toda reflexión porque, a última hora de la tarde, me llega la noticia de la muerte del abogado Luis Revenga. Aspiraba a vivir, no a durar. Y a fe que vivió, pese a morir con los 80 bien cumplidos. Este letrado, melómano, inteligente, culto, bohemio y generoso, apuró la vida hasta que no le quedó un hilo de seda al que agarrarse. Revenga se habría agarrado a un hilo de seda, nunca a una soga. Pertenecía a una hornada que creó escuela jurídica. Poco a poco, ay, la orfandad de togas es más clamorosa. No es que desaparezcan los mejores, pero sí los que creíamos imprescindibles.