Diario de León
Publicado por
JAVIER TOMÉ
León

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LA MUERTE siempre lo desarma todo y más si en el postrer trámite andan mezclados médicos o policías, especialidades profesionales para las que el fracaso nunca es una opción. El veneno de las prisas, aparte del miedo puro y duro, contaminó al grupo de agentes de Scotland Yard que rociaron con una ensalada de tiros a un inocente electricista brasileño, al que por lo visto confundieron con uno de esos fanáticos delincuentones decididos a rendir de mala manera los valores democráticos occidentales. Está claro que se equivocaron por kilómetros, además de hace añicos la idílica imagen de la flema inglesa y el carácter de hielo que suele atribuirse a la raza británica. Vivimos unos tiempos en los que vienen curvas, pero nunca en nombre de la Santa Eficacia la policía debe saltarse esa minucia legal de que la gente es inocente hasta que se demuestre lo contrario, y ello a pesar de lo oscuro de su piel. En cuanto a los errores médicos, que han provocado incluso una serie de agresiones dirigidas a los doctores a los que se les fue la pinza, y nunca mejor dicho, no parecen superar una tasa que podría considerarse aceptable, aunque algunos casos vienen aureolados por una envoltura entre cómica y patética. Por ejemplo, la metedura de pata cometida por el personal del Hospital Clínico Universitario de Valladolid, nuestra querida y vecina Valladolid, que confundieron a una pareja de enfermos e intervinieron al paciente equivocado del tabique nasal en lugar de operarle del oído como era menester, echando por tierra la inmortal teoría de dar al César lo que es del César. La verdad es que no entiendo nada, se lo juro por Hipócrates.

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