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Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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A MI edad me he acostumbrado a ser español y no tengo la menor duda. Español total. Unamuno, cuyo talento quizá no desmerezca comparado con el de sus actuales paisanos dedicados a la política, lo dejó escrito, por si alguien podía ponerlo en entredicho: «Pues sí: soy español de nacimiento, de educación, de cuerpo y de espíritu, de lengua y hasta de profesión y oficio». Lo tenía claro don Miguel, pero ahora hay mucha gente que no sabe lo que es. Por eso, el presidente de la Junta de Extremadura, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, le ha propuesto a Zapatero que en la Conferencia de Presidentes, convocada para el 6 de septiembre en Madrid, se diga «qué es España» y se aborde «cómo se ve cada uno dentro del país». Si todavía vivieran personas como Américo Castro, Claudio Sánchez Albornoz, o mi amigo Pedro Laín Entralgo, quizá podrían echarle una mano al presidente extremeño, que ha reiterado que sólo hay una nación y teme que España sea finalmente el resultado de «lo que dejan las autonomías». Hay que hacer esa pregunta, aunque no pueda dejar de sospecharse que las respuestas serán interesadas. La «varia España», que dijo Azorín, tiene muchas caras y no todos están contentos con el rostro que ven en el espejo. A mí me gusta buscarla en los poetas que fueron amigos míos. «Contigo, tierra de España. Primero contigo niño, pero hoy ya contigo hombre. Contigo y con tu castigo», escribió Luis Felipe Vivanco. Y Gabriel Celaya le dijo: «Serás siempre, España, en alto, fuera y dentro de mí como un combate sin fin». Blas de Otero la llamó «madre y madrastra, miserable y hermosa». Sí, quizá los poetas sean los mejores guías turísticos y puedan contestar, palabra a palabra, todas de honor, todas de amor, «qué es España». Hay muchos que paraece que lo han olvidado a fuerza de oír discursos y hay otros que no quieren saberlo. No saben o no contestan.

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