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Publicado por
ROSA VILLACASTÍN
León

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LA BAHÍA de Palma de Mallorca, y concretamente el Real Club Náutico, será durante esta semana una foto fija que se repite año tras año, regata tras regata: al hervidero de embarcaciones, cada cual más lujosa y moderna, hay que sumar las numerosas personas que, aficionadas o no a este deporte no quieren perderse la salida de los cien barcos que compiten en la Copa del Rey-Trofeo Agua Brava. Una de las más importantes del mundo en su modalidad y que patrocinan desde hace veinticuatro años los hermanos Enrique y Mariano Puig. Este verano, la competición se ha visto ensombrecida por la muerte del Rey de Arabia Saudí, amigo personal del Rey Juan Carlos, quien por respeto al soberano fallecido decidió el lunes no embarcarse en el 'Bribón', en el primer día de las regatas. Algo que tampoco hizo el Príncipe, pero por otros motivos. El primero y principal porque desea pasar más tiempo con su esposa, la princesa de Asturias, rompiendo así una costumbre que se había convertido casi en ley. Esto ha desencadenado todo tipo de especulaciones: que si la princesa quiere pasar más tiempo en Asturias con la abuela Menchu; que si la Princesa, siendo como es defensora de la paridad, le ha convencido a su esposo de que el embarazo es cosa de do s; que si debido a su estado de buena esperanza quieren saborear un momento tan importante con tranquilidad y sosiego, etcétera. En fin, que doña Letizia, una vez más, se ha convertido en objeto de polémica, pues son muchos los que piensan que es ella la que ha impuesto sus propias leyes como esposa del heredero que es. Una verdad a medias, pues si alguien tiene que ganarse el cariño y el respeto del público es Don Felipe, al igual que lo hace su padre, el Rey, quien en su primera aparición ante la prensa social y deportiva tuvo palabras de afecto tanto para los periodistas como para los numerosos curiosos que deseaban hacerse una foto con él. A lo que accedió gustoso. No así el Príncipe, que fue visto y no visto. Una actitud que en nada le favorece de cara a la prensa, con la que tendrá que acostumbrarse a convivir. La pregunta que muchos de ustedes se estarán haciendo es ¿por qué tienen que participar los miembros de la Familia Real en estas regatas? Sencillamente, porque son el mejor reclamo que puede hacerse de las islas y porque es mucho el dinero que invierten los patrocinadores en unas regatas en las que compiten los mejores en su modalidad. De ahí que la presencia de la Familia Real sea absolutamente imprescindible. Algo que cada vez se va complicando más porque cada uno de los hijos de los Reyes va organizándose sus veranos al sol que más calienta. La Infanta Elena, en París; la infanta Cristina en Palma, pero sin participar debido a que todavía se encuentra reponiéndose del nacimiento de su hija Sofía. Y el Príncipe, porque las regatas le obligan a mucho. No sólo hay que estar en forma, hay que levantarse pronto, no trasnochar, no beber, y durante la regata larga hay que dormir sorteando las olas. Y lo que a él le apetece en estos momentos de su vida es cenar con su esposa a la luz de las velas, bañarse en alguna cala, hacerse cucamonas y esperar que llegue el heredero del h eredero.