Entre otras preocupaciones

NO SE sabe bien por qué los españoles califican con notas casi escolares a los miembros del Gobierno: muchos de ellos son incalificables. El resultado del populoso examen ha repartido suspensos. Nada menos que once personas de las que gozan o sufren la eventual notoriedad que depara el cargo no son consideradas aptas y en opinión de los votantes no debieran pasar al curso siguiente. Sólo aprueban por los pelos de la dehesa cinco: los dos vicepresidentes y los ministros de Interior, Defensa y Justicia, quizá porque son los que salen más en la tele. El primero de la clase es el señor Solbes, seguido desde muy cerca por el señor ministro de Defensa, José Bono. Este último puede desbancarlo, ya que ha prometido dimitir si no se sube el sueldo a los militares y eso siempre provoca simpatía. Lo que sí puede asegurarse es que no figura en el catálogo de las preocupaciones principales de los españoles que José Bono dimita o que continúe en su fotogénica labor. Lo que de verdad ocupa y preocupa a sus compatriotas son otras cosas, o sea, las de siempre. Más de la mitad están amargadas por el problema del paro. Eso de que haya gente que quiera trabajar, -que es algo tan desagradable que hasta pagan por hacerlo-, y no pueda, es sencillamente terrible. Después de ese problema viene el del terrorismo y a continuación el de la inmigración, la carestía de la vivienda y algunos más que no pueden llamarse problemas menores aunque sean más chicos que los primeros. El hecho de que el ministro Bono dimita o no dimita no desvela a nadie o por lo menos nadie habla de eso en la calle. De lo que se habla es de la sequía, de la benevolencia de lo que seguimos llamando Justicia con Farruquito y del trato privilegiado al Barça. Arrojar al césped una cabeza de cochinillo, hay quien dice que era de un hincha decapitado, le ha salido baratísimo al gran club.