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CRÓNICAS BERCIANAS

Llamas que nacen de mentes cobardes

Publicado por
MIGUEL A. TRANCA
León

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LAS MÉDULAS y por extensión buena parte del Bierzo han vivido estos días atentos a un enemigo habitual en los veranos españoles, en la mayoría de los casos invitado por la mano del hombre: el fuego. Aunque las llamas pasaron muy cerca de este paraje Patrimonio de la Humanidad, lo peor vino para media docena de localidades que vivieron noches de intranquilidad y días de mucho susto. Nada hacía presagiar que el calor y la mano del hombre junto a un terreno favorable para la combustión iba a jugarles una mala pasada. Y a fe que lo hizo en algunas poblaciones en las que las llamas a punto estuvieron de llamar a las puertas de unos vecinos, en su mayor parte mayores, que no acertaban a comprender como a escasos metros nacía un riesgo que podía dar al traste con muchos años de trabajo y sudor. Por suerte las viviendas quedaron a salvo de un fuego que no obstante dejó a su paso miles de hectáreas calcinadas de un monte considerado por los vecinos como una de sus mayores riquezas. Un monte que ha vuelto a ser la víctima del descuido, tal vez la mala fe, o algún interés oculto de unos desalmados cuyo éxtasis parece residir en emular al bárbaro Atila, no dejando a su paso nada vivo. Ni la vigilancia ni las posibles sanciones hacen retroceder a estos personajes cuyo placer reside también en actuar en la impunidad que supone encontrarse en zonas en las que ser reconocido son difíciles debido a la escasa densidad de población. Además, siempre aprovechan condicionantes favorables para apuntalar con un halo de éxito sus fechorías. El calor, la sequía y lo escarpado del terreno han hecho posible que el Bierzo Oeste se encuentre por el momento con más de tres mil hectáreas calcinadas. Uno, que sabe lo justo de leyes, se plantea si las auspiciadas por los gobiernos de turno han servido para algo o si sería necesaria una mayor mano dura para cortar de raíz hechos que no sólo provocan la desesperación de los vecinos de las zonas afectadas sino un daño irreparable en la fauna y flora de la zona e importantes pérdidas económicas a los vecinos y a los encargados de intentar sofocar las llamas, en este caso a las administraciones locales, regionales y nacionales. Por suerte en el Bierzo, claro está dentro de la desgracia, no han tenido que contabilizarse daños personales, y eso, viendo como está la situación en los lares patrios, supone un cierto alivio. Mientras, el fuego sigue activo y, a pesar del incesante trabajo de los más de doscientos efectivos que han participado en las labores de extinción, se espera que hasta los próximos días el riesgo no escampe, como las cortinas de humo que pueblan buena parte del cielo berciano, de un cielo que estos días ha visto como la claridad del sol se volvía menos intensa, ocultada por una capa de humo que ha dejado a su rastro innumerables escenas de miedo, de temor e incluso de rabia por parte de unos vecinos que recelan de todos. Un recelo justificado en cierto modo dada la gravedad de unos hechos que cada año azotan este país nuestro.

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