Muchos aspirantes

NO HAN contado con nosotros, quizá por ser unos firmísimos candidatos, en el Festival de la Mentira que se celebra en Italia. Un premio difícil de dirimir. No sería justo que, influidos por el factor campo, se le otorgara el premio a Silvio Berlusconi, que prometió un millón de puestos de trabajo -oferta que le ayudó a conservar el suyo- y «menos impuestos para todos». ¿Dónde dejamos el fúnebre embuste de George W. Bush, cuando justificó la injustificable invasión de Irak por la existencia de armas de destrucción masiva en secretos arsenales que, una vez revisados, se comprobó que sólo custodiaban alfanjes, casi todos orinientos? ¿Quién ha mentido más en los tiempos últimos? Nuestra ausencia en el certamen hace imposible que los señores del jurado puedan hacer justicia. Nosotros siempre nos hemos dado cierta maña para los embustes. Estamos convencidos de que la mentira nos hará libres. Lo que ocurre es que mentir ofrece un repertorio mucho mayor que decir siempre la verdad, que aparte de ser algo monótono, excluye la imaginación. Dicho de otro modo: la verdad es única y la mentira es sumamente diversa. Asegura Ciorán que la mentira es una forma de talento. Tiene que ser verosímil, aunque esté lejana a la verdad, y además exige compostura. Los maestros de la mentira siempre adoptan un tono muy serio cuando las difunden. Por el contrario, quienes dicen verdades como puños acaban dándose golpes en el pecho al comprobar que nadie les cree. ¿Cómo averiguar si hubo muerte en los cuarteles en tiempos del PP? Interior anda ahora en esas pesquisas, después de que la juez dejara en libertad a todos los guardias civiles implicados en el caso de Roquetas. Mucho mentiroso anda suelto y es lástima que no pueda competir. La crisis del pollo y el torpe ocultamiento de las causas de los incendios aumente el número de mentirosos. Y eso que ahora no se habla del señor Trillo. Hubiera sido un gran candidato.