Diario de León
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FEDERICO ABASCAL
León

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LA GUARDIA CIVIL no va a ser desmilitarizada, al menos en esta legislatura, y el director de ese instituto armado, general Gómez Arruche, recibió el respaldo del ministro de Interior, José Luis Alonso. Comparecía el ministro a petición propia en el Congreso para dar cuenta detallada del escándalo de Roquetas (Almería), en cuyo cuartel de la Guardia Civil falleció el pasado 24 de julio el ciudadano Martínez Galdeano tras recibir una brutal paliza a manos de un teniente y de alguno o algunos de los ocho agentes. Han originado estos hechos gran alarma social y las fuerzas políticas venían siguiéndolos con ostensible preocupación y declarados deseos de que las responsabilidades, penales y políticas si las hubiera, se aclaren sin la menor reserva. El ministro de Interior aseguró que ante cualquier acción irregular de los cuerpos policiales, el Gobierno reacciona con tolerancia cero. De ahí los expedientes disciplinarios abiertos a los nueve guardias de Roquetas, apartados ya de sus funciones, y las decisiones que puedan adoptarse a medida que avance la investigación, tanto en el ámbito de la Administración como en el de la Justicia. A lo que deben añadirse otras medidas, como la de realizar una vigilancia más o menos periódica de las situaciones de ciudadanos en detención. Posiblemente fue la sesión un ejemplo de cómo debería desarrollarse la actividad parlamentaria. Y aunque el popular Astarloa pidió la dimisión «al cuadrado» del ministro por el suceso de Roquetas y otro anterior, la detención en Las Rozas (Madrid) de dos militantes del PP por supuesto zarandeo al ministro Bono en una manifestación, su tono fue correcto, sin la crispación que a veces afectaba a los diputados del PP en la comisión del 14-M. Ayer ofrecían la prensa información minuciosa de la comparecencia parlamentaria del ministro Alonso, quien, más que aportar datos desconocidos, enlazó los ya sabidos de modo que pudiera verse reflejada en ellos la pulcritud de la acción tanto de la Guardia Civil desde el primer momento, a partir de la instantánea apertura de una investigación ordenada por la Comandancia de Almería, como del departamento de Interior. Al popular Astarloa le falló la pólvora dialéctica preparada para disparar contra una declaración de Alonso acerca de «resistencias» a la investigación. El ministro no sólo habló de resistencias sino también de ocultación, refiriéndose a las escenas del video que no aparecieron al visualizarse inicialmente por los encargados de investigar los hechos. Desvió así Astarloa su intervención hacia la conducta supuestamente pasiva inicialmente del ministro, para alzarse éste después como campeón de los derechos humanos. También afirmó el portavoz popular que Alonso había puesto a la Guardia Civil al pie de los caballos, lo que rebatió el ministro afirmando por tercera vez que la Guardia Civil era una cosa y los implicados en la tragedia de Roquetas, otras muy distinta. Y sigue en su puesto el director general de este instituto armado, aunque una declaración suya en los primeros momentos ha recibido criticas tan abundantes como razonadas. Pero todos podemos equivocarnos, dijo Alonso, apoyando al general Gómez Arruche, que parece, sin embargo, sometido a una cura de silencio.

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