Afganistán

ATAQUE O ACCIDENTE, lo cierto es que nada podrá devolverles la vida a los diecisiete soldados españoles que la han perdido en Afganistán. Los jóvenes fallecidos pertenecían al contingente del Ejército español que, encuadrado en las fuerzas de la Otan, colabora en la instalación de la democracia en aquel remoto y arrasado país, y aunque a todos nos gustaría creer que su sacrificio ha servido para algo, lo más probable es que el infortunado pueblo afgano no obtenga el menor beneficio de la presencia policial de ejércitos extranjeros. La democracia. Si fuera cierto o posible que la democracia se puede traer y llevar como si fuera un envío de ayuda humanitaria, que se puede instalar en un sitio donde no se sabe qué es eso como se instala un campamento o una emisora de televisión, la pena que nos causa la muerte de nuestros diecisiete compatriotas se suavizaría ligerísimamente, pero ¿qué verdadera democracia se puede llevar a un país destruido por décadas de violencia, hambriento, desnudo, expoliado por los señores de la guerra, bombardeado sin piedad por rusos y americanos? ¿Qué democracia es ésa que, impuesta por la fuerza, quiere instalarse en un pueblo sin trabajo, sin electricidad ni agua corriente en amplias zonas, sin tradición democrática alguna, y que ni ahora ni nunca dispuso de alternativas políticas reales para poder elegir? Ataque o accidente, lo cierto es que nuestros chicos no estaban aquí, laborando por nuestra defensa o ayudando a luchar contra el fuego que devasta España, sino allí. Demasiado lejos de sus hogares y de donde deberían estar.