Diario de León

EN EL FILO

Los clarines de septiembre

Publicado por
FEDERICO ABASCAL
León

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DESDE HACE MESES se ha barajado en los medios de comunicación la hipótesis de que un fracaso de la reforma estatutaria, por desbordar los límites constitucionales, podría adelantar la convocatoria de elecciones en Cataluña, hipótesis que ya mencionan dirigentes de CiU y del PP, pasando por el rutilante Carod-Rovira, de ERC, mientras el president Maragall minimiza el asunto y apuesta por la continuidad de la legislatura. Maragall, sin embargo, ha dicho que si el 24 de septiembre no hay acuerdo entre los partidos sonarán los tres avisos y el proyecto esatutario se devolvería al corral, como los toros mansos o los que, por exceso de bravura o de sentido, mal sentido, evitan ser ajusticiados por el matador. ¿Y qué pasaría entonces? Lo previsible es que Maragall flexibilice el plazo que ha fijado unilateralmente y que los partidos redoblen en los últimos minutos sus esfuerzos. Esfuerzos para lograr un acuerdo sobre el proyecto, caso del PSC y, presumiblemente, de ERC, aunque a regañadientes, o para entorpecerlo, si fuera verdad la denuncia socialista sobre las intenciones de bloqueo que dirige contra el nacionalismo y, de rebote, contra el PP. Si el asunto fuera devuelto al corral, el Gobierno tripartito se vería notablemente debilitado. Pero tampoco CiU, que en veintitrés años no se atrevió a proponer una reforma estatutaria, saldría beneficiada del trance. Su fuerza parlamentaria obliga al nacionalismo catalán a no zancadillear una reforma que aumentaría la proyección autonómica de Cataluña. No sería exacto decir que el Gobierno de la Generalitat es el espejo en que deba mirarse el Gobierno central, por mucho que los aliados de Maragall en el ejecutivo tripartito sean los mismos que apoyan a Zapatero en el parlamento español. Zapatero, por si acaso, ha ordenado a su plana mayor que lance cables a otras fuerzas políticas para obtener su apoyo a los Presupuestos General del 2006 y forzar así tanto el aislamientos del PP como los cimientos del Gobierno socialista en el Congreso. Lo cual transmitiría a ERC el mensaje de que Zapatero tiene repuesto para un posible adiós de Carod-Rovira. A nadie se le oculta que una fractura en el Gobierno catalán haría previsibles unas elecciones anticipadas. Pero como Maragall no las contempla, algo debe saber de las intenciones subyacentes de CiU, es decir, si la coalición nacionalista saldría o no beneficiada de un adelanto electoral. No parece que Artur Mas vaya a jugarse al azar de las urnas un empeoramiento de la situación de CiU. Y tampoco Carod-Rovira, a cuya formación habrían rebajado algunos sondeos de verano las expectativas más risueñas. Vendrá septiembre, la hora de la verdad, cuando los clarines del miedo abran las puertas del chiquero al toro estatutario.

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