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Publicado por
FERNANDO DE ARVIZU
León

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EL VIAJE DE ZAPATERO a Londres parece que ha resultado un éxito. Me alegro porque en política internacional no debe haber intereses partidarios, sino que deben primar los nacionales. No estoy muy seguro de que algunos del gobierno lo entiendan así, y mucho menos de que Moratinos sea la persona más indicada para conducir nuestra política exterior. Porque en el año de su mandato ministerial, hemos retrocedido en todos los frentes, hasta quedarnos en una posición marginal, cuando no folclórica, con respecto a las naciones que tienen verdadero peso en el tablero político internacional. Parece que hasta Blair ha apoyado la alianza de civilizaciones inventada en su día por Zapatero. En un primer momento, fue únicamente apoyada por Mongolia, que no tiene un peso excesivo en la esfera internacional. Luego parece que hasta el secretario general de la ONU la apoyó y ahora Blair. En este caso, las noticias que de dicho apoyo se tienen son más bien inconcretas, ya que fuera de decir que se trata de una idea interesante y que tiene muchas posibilidades de desarrollarse en los próximos meses, Blair no ha dicho nada más sobre ella. Por lo tanto, hay que concretar el concepto: qué se entiende por tal. Y la estrategia: qué medios pueden adoptarse en la esfera internacional -pues no se trata de algo que pueda atacarse en solitario- para que dicha alianza se produzca con efectos beneficiosos para todos.. Ahí tienen tanto Zapatero como Moratinos una buena tarea a la que dedicar los pocos días de ocio que les dejen sus obligaciones. Porque lo que, además del cortés apoyo ha dicho Blair tiene también su importancia. En primer lugar, el premier inglés ha experimentado que el terrorismo islamista puede atacar en cualquier parte, que hay que reforzar la cooperación y cualquier medida que tienda a disminuir su gran peligrosidad. Además, ha constatado -y es de suponer que Zapatero también- que se ha producido una radicalización de la juventud musulmana, a la que tratan de presentárseles los atentados como una guerra santa, merced a una perversión de la doctrina islamista, varias veces denunciada por sus jefes religiosos. Blair ha dicho que el terrorismo no es un problema que afecte a una religión o civilización determinadas, sino que se trata de una lucha entre los terroristas fanáticos y la gente de bien, que es la mayoría de la humanidad. Por último, han hablado ambos de cómo recomponer las relaciones con Estados Unidos, que actualmente están hechas añicos por los fallos retroprogresistas del propio Zapatero. Y ahí Blair se le ha escurrido como una anguila, al menos en lo que ha dicho cara al público: él no habla en nombre de la Casa Blanca. Seguro que Zapatero le ha pedido que haga algo, otra cosa es si el premier lo hará o no, y de hacerlo, a qué precio nos venderá su ayuda. Lo que sí ha quedado claro, tras los atentados de Madrid y Londres, es que este tipo de terrorismo está lejos de remitir. Que cuenta con medios económicos sobrados para perpetrar atentados con resultado variable en cuanto a muertos, pero con grandes daños y enorme repercusión social. Ahora, hay que pasar de los conceptos a las estrategias, o sea, mojarse. Esperemos que para bien.

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