Diario de León

BURRO AMENAZADO

Comercio italiano

Publicado por
PANCHO PURROY
León

Creado:

Actualizado:

ITALIA SE CARACTERIZA por su habilidad comercial y las marcas italianas tienen fama de elegancia y buena factura. Da igual, como es el caso del aceite de oliva, que la materia prima proceda en gran parte de España y se venda como purísimo óleo de los olivares toscanos. Un coche Ferrari o Alfa Romeo, un traje de Armani o el vermú Martini, con la tía buena que deja boquiabiertos al bambino y la cacatúa en la habitación del lujoso hotel, son señas de identidad de lujo y buen vivir. La historia demuestra que el comercio más antiguo del país del supuestamente bello Silvio Berlusconi fue la exportación de vinos. Los compradores compulsivos eran los galos, importadores de volúmenes astronómicos de morapio tinto producido entre Nápoles y Pompeya. Llegaba al Mediterráneo francés en barcos que cargaban unas 10.000 ánforas de veinticinco litros. Se calcula que, en dos siglos, los galos se pimplaron nada más ni nada menos queciento cincuenta millones de ánforas. Diodoro, historiador griego del siglo primero, constata que los franceses bebían el vino puro, sin aguarlo, y que se agarraban tremendas borracheras. Incluso eran capaces de intercambiar un ánfora de tintorro por un esclavo. El citado historiador se mofa del hábito aldeano de que los ricos lo bebieran sin que un sirviente lo escanciara. En el año 121 antes de la era actual, la academia médica de Roma estableció una clasificación de los vinos y situó en cabeza a los italianos, y en segundo lugar a los de España. Aunque se conocía el pellejo impermeabilizado con pez para transportar vino, más seguro que el ánfora, la segunda siempre fue símbolo de riqueza. Daba buena suerte romper estas vasijas de barro y así, en la Cruz de Boj, cerca de Limoges, santuario pagano utilizado para banquetes rituales, se han descubierto 18.000 ánforas rotas adrede, producto de ofrendas en demanda de fertilidad. Hoy, con botellas de vinos de autor a sesenta euros, auténticos sacacuartos para timar a exhibicionistas sociales, la viticultura roza el ridículo.

tracking