Diario de León

TRIBUNA

Qué se oculta tras la retirada de Gaza

Publicado por
ENRIQUE JAVIER DÍEZ GUTIÉRREZ
León

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LA FRANJA de Gaza es un territorio de 362 kilómetros cuadrados con 45 kilómetros de longitud y entre seis y diez de ancho, ubicada entre el sur de Israel y la frontera de Egipto. Más de la mitad del millón y medio de palestinos y palestinas que habitan esta Franja viven por debajo del nivel de la pobreza, mientras que los cerca de 7.000 colonos y colonas judíos gozaban de villas de hasta 500 metros cuadrados, rodeadas de jardines, que costaban 920.000 dólares. Ariel Sharon fue el gran artífice de la expansión de los asentamientos ilegales en Cisjordania principalmente, pero también en Gaza. El mismo Sharon había alentado en 1998 a los extremistas a «ocupar las colinas», en referencia a las montañas de Cisjordania. «Lo que agarremos será nuestro», dijo en aquella ocasión. Sharon se unió en la década de los 70 a un grupo de okupas que se habían instalado en una de esas colinas y se opuso a su desalojo. En 1982, Sharon podía vanagloriarse de haber auspiciado directamente la creación de al menos 38 asentamientos. No ha habido cambio de su postura con esta «retirada», sino una estrategia bien pensada y calculada. Sharon esperaba derrotar por la fuerza la Intifada palestina; pero por primera vez en la historia de Israel, el adversario penetró dentro de su territorio y causó la muerte de cientos de civiles en las ciudades del país. La moral de población cayó, mientras crecían las críticas por su negativa a reanudar las conversaciones con la Autoridad Palestina y por las flagrantes violaciones de los derechos humanos. Pero lo que más empezó a inquietar al general Sharon eran las duras críticas de los militares sobre el brutal comportamiento del ejército respecto a la población palestina, conducta calificada de contraria a las normas humanitarias. Sharon decidió entonces realizar consultas con sus consejeros y consejeras para tratar de detener la escalada. Comprendió que debía presentar un proyecto que atenuara las críticas tanto internas como externas. Cuando presentó el proyecto de retirada unilateral de Gaza, las reacciones no se hicieron esperar. Dirigentes occidentales le felicitaron efusivamente por su «coraje», la oposición laborista apoyó al Primer Ministro e hizo todo lo posible por unirse a la coalición de la derecha nacionalista y religiosa que lideraba Sharon. Se olvidaron las críticas por los crímenes cometidos por el ejército israelí en Rafah, en Jabaliyya y en otros puntos de los territorios palestinos. ¿Cuáles son las intenciones de esta retirada? Es evidente que la fundación de colonias en esa Franja ha sido un fracaso total: apenas 7.000 colonos y colonas se han instalado allí, mientras que en Cisjordania son más de 250.000 (sin contar los 200.000 judíos instalados en la parte de Jerusalén ocupada desde 1967). Los colonos de Gaza monopolizan el 40% de las tierras y utilizan el 50% de agua, pero pesan muy poco frente al millón y medio de palestinos y palestinas que viven hacinados en la Franja. Por otra parte, su seguridad exige sumas importantes y la movilización de muchos militares, que a veces pagan con su vida esa ingrata tarea. En tales condiciones, retirarse de Gaza no es un sacrificio para Israel, sino más bien un alivio. En repetidas ocasiones Sharon y sus asesores han declarado que la retirada de Gaza es una suerte de concesión para reforzar el control israelí sobre la Cisjordania ocupada. El 6 de octubre de 2004 su principal asistente, Dov Weisglass, fue más explícito y en una conversación con el periódico Haaretz , admitió que el objetivo del proyecto de Gaza era impedir la creación de un Estado palestino, congelar el proceso de negociación y evitar la discusión sobre la cuestión de los refugiados. «La retirada cumple la función del formol: proporciona la cantidad necesaria de esa solución para evitar un proceso político con los palestinos». En otras palabras: sirve para congelar el proceso de paz. Cosa que Weisglass explicita sin rodeos: «El proceso de paz implica la creación de un Estado palestino, el desmantelamiento de las colonias [en Cisjordania], el regreso de los refugiados, el reparto de Jersusalén. Ahora todo está congelado». Mientras, se construyen colonias a una velocidad vertiginosa en Cisjordania. Según un informe de la Oficina Central de Estadísticas de junio de 2005, la construcción ha aumentado un 83% durante el primer trimestre de 2005, mientras que en Israel disminuyó un 25% en el mismo período. La colonización continua imparable, con el objetivo de duplicar la cantidad de colonos y colonas existentes en Cisjordania, lo que crearía una situación irreversible en la zona. La creación de un Estado palestino independiente sería entonces imposible de realizar. El asesor del primer ministro añadió que Estados Unidos apoya este proyecto que dejará reducida cualquier entidad palestina a simples bolsones aislados al estilo de los batushtanes establecidos por la Sudáfrica del apartheid. Esta retirada o «desconexión» lo que hace es transformar a Gaza en la prisión más grande del mundo: los carceleros han salido de su interior, para pasar a custodiar las puertas. El ejército israelí supervisará el espacio aéreo y marítimo, al igual que las fronteras, y se reserva el derecho de entrar «para combatir el terrorismo». Esta es la estrategia de Sharon, y la base sobre la cual ha construido su plan de «desconexión» de Gaza. Y hasta ahora, funciona. A pesar de la muerte de Yasir Arafat, presentada por los estadounidenses como un obstáculo para la paz, y la elección de Mahmoud Abbas, su protegido, el general Sharon ha logrado evitar la reanudación de todo diálogo político con los palestinos. Aunque se suponía que debía abrir la puerta para una negociación que llevara hacia un Estado palestino, la Hoja de Ruta es letra muerta, exactamente como ha predicho el consejero Weisglass. El muro, que el Tribunal Internacional de La Haya ha exigido desmantelar, se construye rápida y efectivamente dentro de Cisjordania, mientras el mundo entero desvía la mirada. Hacia finales de 2005, un muro de nuevo metros de altura rodeará unos 100 kilómetros cuadrados de tierras palestinas ocupadas en Jerusalén Este, y a los aproximadamente 200.000 palestinos y palestinas que viven allí. Con el pretexto de impedir infiltraciones y ataques palestinos, el ejército israelí ha creado una tierra de nadie eliminando todos los obstáculos naturales o artificiales alrededor de las colonias o a lo largo de la frontera. Estas destrucciones se llevan a cabo con bulldozers y los escombros no se retiran sino que se amontonan a fin de asegurar la degradación duradera de los territorios agrícolas. Del lado palestino está prohibido cavar pozos de agua para irrigar las parcelas, pero cerca de la frontera, en Israel, se multiplican los pozos y estanques en detrimento de los recursos en Gaza. La marcha de los colonos israelíes de las 21 colonias de la franja de Gaza acaba con 38 años de ocupación, pero no desembocará en un acuerdo de paz. Parece que haya un acuerdo tácito entre Sharon y los colonos y colonas: éstos se manifestarán en contra de la retirada, obteniendo todo el seguimiento de comunicación mundiales mostrando «su drama» histórico, pero sin derribar al gobierno; y el primer ministro, a cambio, proseguirá la construcción del muro y de las colonias. En definitiva, con su plan de evacuación de Gaza, el primer ministro israelí espera sobre todo evitar la reanudación de conversaciones sobre temas de fondo con la Autoridad Palestina.

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