Diario de León

VENTANA ABIERTA

Verano de ceniza

Publicado por
CONSUELO SÁNCHEZ-VICENTE
León

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EL DANTESCO ESPECTÁCULO que ofrecen los montes españoles este verano conmueve hasta las lágrimas. Ante nuestros asombrados ojos, miles de hectáreas arden sin control segando vidas y haciendas. Ni los más viejos del lugar recuerdan algo así. La excepcional sequía que padecemos se ha aliado esta vez con la maldad y la imprudencia humanas. Caiga sobre ellos con todo rigor la ley, que leyes no faltan. Y, si para que sean verdaderamente eficaces, es decir disuasorias, hay que endurecerlas o crear el Fiscal de los Bosques del que habla el Gobierno, hágase; basta ya, ya está bien de disculpas y miramientos con los incendiarios accidentales, y desde luego con los intencionados. Además de rehabilitadoras, las penas deben ser ejemplares. Pero, para que todo no se nos vaya en llanto: ¿qué más? Sin la incompresible imprevisión y descoordinación que caracteriza la lucha contra el fuego en nuestro país, ¿estaríamos contemplando este Apocalipsis? Yo ya sé la respuesta correcta, y ustedes también, cualquiera que haya seguido las noticias mínimamente la sabe: no, rotundamente no, por supuesto que no. Tal como recordaba el alcalde de Rivas de Saelices en la Comisión de las Cortes castellano-manchegas que investiga el más trágico de los incendios de este verano (el que quemaron once vidas y la esperanza de trece pueblos en Guadalajara), esos montes llevaban «años abandonados». No sólo esos, me permito añadir. Y, si al lamento no le sigue la acción, el año que viene... más de lo mismo. La península Ibérica es, con diferencia, la zona más seca de la Unión Europea. Pero, siendo importante, no es la sequía la que marca la gran diferencia entre la virulencia que los incendios forestales están alcanzando este verano tanto en nuestro país como en el vecino Portugal, y la que alcanzan, en Francia por ejemplo; el problema -oigo decir a nuestra ministra de Medio Ambiente, la señora Cristina Narbona- es la «despoblación del campo», la huida del campo a la ciudad. Totalmente de acuerdo, ministra, pero, vuelvo a lo mismo: ¿qué más? ¿Por qué lo que aquí son pueblos fantasma, allí son prósperas villas? No la casualidad sino el empeño de las autoridades francesas en encauzar hacia su medio rural inversiones productivas tanto nacionales como comunitarias, es lo que explica que la vida bulla en el campo francés mientras en el nuestro declina. Más aún, se convierte paulatinamentye en un desierto en el que, poco a poco, se va muriendo la vida. Todas las formas de vida que uno pueda imaginarse. Nadie como quienes viven de ellos puede cultivar (es decir, aprovechar y mantener limpios de la hojarasca que en caso de incendio actúa como yesca) los montes. En esa buena dirección quiero creer que va esto que también le he oído a la ministra: «Lo que tenemos que hacer todas las administraciones es tomarnos muy en serio el apoyo al desarrollo rural en todo el territorio nacional». Pero, a los hechos, doña Cristina, y pronto, que a este paso no va a quedar nada que proteger. Bien por el discurso ministra, muy bien, pero que recuerde que obras son amores...

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