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Publicado por
PEDRO CALVO HERNANDO
León

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LA CUESTIÓN de los incendios forestales nos está amargando el verano. No hacemos nada más que darle vueltas a la noria de los medios para combatir el fuego ya declarado y de las trifulcas políticas sobre si tal o cual gobierno actúa con más o menos destreza contra las llamas y en la protección de vidas y haciendas. Pero parece que pasamos como sobre ascuas por el problema de máxima envergadura, por el origen de todas estas desgracias, que no es otro que la actuación criminal de esa legión de pirómanos que se lo está llevando todo por delante y que se mueve en una cierta impunidad, a juzgar por la nula relación entre el hecho de que el 90% de los incendios sean provocados y la tremenda escasez de detenciones y de condenas judiciales. Parece que nos divierte mucho eso de que los partidos se pongan a parir entre sí, echándose a menudo culpas inventadas, y que nadie ataque de verdad el fondo y la raíz del problema. Porque esto de los incendios, en España y Portugal al menos, es una nueva y devastadora forma de terrorismo, que no conmueve a quienes se desgañitan con el otro terrorismo y que no les incita a buscar ese auténtico Eje del Mal que son los pirómanos pagados por muy concretos grupos de intereses. Esta nueva forma de terrorismo es devastadora, sí, tanto o más que la otra, según se mire, pero por desgracia no tropieza con las armas y con el combate que se oponen al terrorismo convencional. De momento, no sé a qué esperan los Gobiernos de la Península Ibérica para colocar esta lacra en su punto de mira policial, penitenciario y judicial con idéntica intensidad, dedicación y entusiasmo con que combaten al terrorismo armado.

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